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¿Dónde está la legión cubana del boxeo?

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Cada día, nuevas figuras se incorporan al poblado boxeo profesional cubano en el exilio. Llegan atravesando el estrecho de la Florida, cruzando la frontera mexicana o canadiense y en algunos casos, apelan a la deserción.
 
Marcos Forestal Caudín y Ramón Luis, integrantes del equipo cubano que participó en la última Serie Mundial, fueron los últimos en apelar a ese recurso.
 
El boxeo cubano en el exilio, se compone de casi cuarenta profesionales que, en la mayoría de los casos, entrenan en gimnasios del sur de la Florida. Todos han comenzado sus carreras con los mejores auspicios y en sus declaraciones, es fácil percibir que su objetivo es imitar a los que han logrado triunfar en el profesionalismo, como Guillermo Rigondeaux, Erislandy Lara o Yuriorkis Gamboa, por citar a los más referenciales.
 
Y mientras bostezaba frente al televisor presenciando la victoria del actual monarca de la FIB en las 130 libras, Rances Barthelemy, sobre el argentino Fernando Saucedo, pensaba en esa prometedora avalancha cubana y me preguntaba si tomar a los Rigondeaux, los Gamboa o los Lara como ejemplos a seguir, es una alternativa viable para sus carreras. Y ello es la razón de esta columna, donde intentamos comprender las razones por las cuales, pese a tanta calidad boxística acumulada, la legión cubana sigue sin encontrar ni el brillo ni la verdadera consagración.
 
EL DRAMA DE RIGONDEUX
Y el emblema de esa ausencia en las candilejas, lo simboliza el doble campeón súper gallo Guillermo Rigondeaux. Durante el año 2013, escribí dos columnas que despertaron ira y duros cuestionamientos desde la fanaticada cubana. ¿Rigondeaux tiene futuro su estilo? y Rigondeaux y su futuro. El primer análisis fue escrito luego de su victoria sobre Nonito Donaire y el segundo tras su victoria sobre Joseph Agbeko. En ambas primó el reconocimiento a sus condiciones técnicas insuperables, pero también predominó el reclamo a la necesidad de mudar su estilo, hacia la agresividad que exige el show y el espectáculo.
 
En ambas columnas puse en duda el éxito de su futuro, mediante una frase que hoy parece darme la razón. «Pese a su doble cinturón de campeón pluma Jr. es imposible imaginar que rival a su altura estará dispuesto a enfrentarlo». Me refería al 2014, el presente año, al que le quedan menos de tres meses de vida y la estadística solo muestra que ha debido viajar al otro lado del mundo para noquear en el primer asalto a un desconocido tailandés llamado Sod Kokietgym, de 37 años y sin ninguna batalla trascendente en su palmarés.
 
Luego de esa pelea, Rigondeaux finalizó su contrato con Top Rank y las cosas parecía que iban a cambiar. Su nueva promotora, Caribe Promotions, con bombos y platillos se llevó la subasta para su próxima defensa contra el retador mandatorio Chris Avalos. La pelea, según había dispuesto la OMB, sería a finales de noviembre o principios de diciembre y Caribe Promotions pretendía realizarla en Miami. Sin embargo, el retador Avalos, sin interponer excusas, rechazó la pelea y se cayó el combate. Avalos, seguramente irá contra el monarca de la FIB, el británico Carl Frampton, que desbancó al español Kiko Martínez, mientras que otro posible rival, el campeón del CMB, el mexicano Leo Santa Cruz, tampoco está dispuesto a subir a un ring contra el cubano.
 
El estilo elusivo de Rigondeaux parece condenarlo e interrumpe su crecimiento. Sin embargo, no solo ese factor parece conspirar contra su éxito. Al estilo que gran parte de los boxeadores cubanos han heredado del amateurismo, se suma la manera en que sus carreras han sido conducidas. A quienes se han esforzado en poner a la generación de oro del boxeo amateur cubano en la primera línea del boxeo profesional, les ha faltado visión y en cierta manera han malogrado su propio invento. Rigondeaux es prueba de ello, pero también lo son los restantes exponentes de ese grupo al que yo denomino «La Legión Cubana» del boxeo.
 
¿DÓNDE ESTÁN?
En marzo del 2011, escribí en mi blog una nota de análisis sobre el momento y los peligros que enfrentaba la, por entonces, nueva legión de boxeadores cubanos. Allí estuvieron mis primeras advertencias sobre lo bueno y lo malo en el vertiginoso ascenso de figuras tales como Yuriorkis Gamboa, Erislandy Lara, Odlanier Solis, Yudel Johnson o Yunier Dorticós. Leyéndome a mí mismo, descubro que lo que al comienzo del 2011 podía ser una grata esperanza, camino al final del 2014, se ha transformado en una decepción.
 
Gamboa fue noqueado el 28 de junio por Terence Crawford y ya no encuentra una división que pueda congeniar con su peso y su corta estatura. Se menciona que peleará en 130 libras, pero por estos días lo único que se sabe es que abrió un gimnasio en Miami.
 
Lara hizo lo que no debía contra Canelo Álvarez e hipotecó un futuro que parecía brillante. Hoy no sabe, siquiera, contra quien será su próxima pelea, pese a que aún ostenta el título Mediano Junior interino de la AMB. Parecería que su nombre ya no es atractivo para una gran cartelera y ello resulta poco comprensible. Solís, por su parte, fue vencido por Vitali Klitschko, en un fiasco de batalla, en lo que pareció su final. En realidad lo fue. Regresó para perder contra un rival de 42 años (Tony Thompson), contra el cual ni siquiera ha podido realizar la reclamada revancha debido a una nueva lesión.
 
Dorticós ha conseguido varios títulos regionales, se mantiene invicto en 18 peleas, con un impresionante promedio de KOs. Ha anestesiado a 17 rivales, pero las peleas de campeonato mundial no llegan. Hoy no se sabe a quién enfrentará y su última pelea fue en julio cuando venció a Edison Miranda. Con sus impresionantes condiciones parece un contrasentido que aún no haya peleado por un título mundial en televisión nacional. Yudel Johnson ha logrado hacerse con un par de cinturones regionales (Fecarbox y Naba), pero la derrota que sufrió en mayo del 2012 contra Willie Nelson parece que aún le pasa la factura y tampoco le surgen oportunidades. Su última pelea fue en junio pasado cuando venció en las tarjetas a Norberto González en Verona, NY.
 
LOS CAMPEONES CUBANOS
Y si nos guiáramos por la frialdad de la estadística, la realidad nos mostraría un éxito que en cierta manera engaña al ojo desprevenido. Al presente, el boxeo cubano en el exilio, dispone de seis campeones mundiales. Guillermo Rigondeaux es doble campeón súper-gallo (AMB-OMB), Rances Barthelemy es campeón FIB, Richard Abril posee el cinturón ligero AMB, Erislandy Lara conserva el cinturón interino AMB de las 154 libras, Yoan Pablo Hernández, que reside en Alemania, es campeón crucero de la FIB y Luis Ortiz es monarca interino pesado AMB.
 
Pese a sus títulos, ninguno aparece cotizado para encabezar una gran cartelera en lo inmediato y son sabidos los problemas que enfrentan para conseguir buenos rivales. Rigondeaux es el principal ejemplo, aunque hay otros casos como el de Richard Abril que ha optado por viajar a pelear en Finlandia en su última defensa. Su estilo es efectivo, pero no enamora.
 
Luis Ortiz le había ganado a Monte Barret, que a los 43 años nadie sabe la razón para que siga recibiendo golpes. Esa victoria le otorgó el boleto a una batalla por el título interino de la AMB contra el invicto Lateef Kayode, al que venció por KOT apenas en el primer asalto. Con 35 años y con la pobreza que presenta la división, parece difícil que a Ortiz le alcance el tiempo para hacer historia y dinero.
 
Rances Barthelemy, luego de quitarle el título súper pluma al dominicano Argenis Méndez, pareció ser la excepción: fue elegido por la cadena Showtime para encabezar la cartelera del pasado sábado desde Mashantucket en Connecticut. Sin embargo lo que pareció ser un premio para el cubano, terminó siendo una suerte de castigo. Su rival, el argentino Fernando Saucedo, inexplicablemente colocado en el tercer lugar del ranking FIB y de limitadas condiciones, consiguió desnudar las carencias de Barthelemy y las dudas que esas carencias plantean a su futuro como campeón.
 
El cubano carece de solidez en la protección defensiva contra los derechazos que le llegan por arriba, en su arsenal ofensivo parecen no existir las rectas y es de aquellos púgiles de brazos largos que cuando sueltan los ganchos por afuera, siempre impactan al adversario con la palma de sus manos. Es difícil imaginar a Barthelemy encabezando otra cartelera en Showtime y menos, enfrentando a Mikey García como reclamó al final de su combate contra Saucedo.
 
LA NUEVA LEGIÓN CUBANA
En el presente, las nuevas figuras han demostrado capacidad y determinación para consagrarse en el boxeo profesional. Sus nombres ya no son desconocidos para la fanaticada y los hemos visto en algunas de las principales carteleras del presente año. Es el caso de los invictos Sullivan Barrera, Hairon Socarras o Yunieski González, entre otros, a los que debemos sumar el prospecto Neslan Machado, de tan solo 18 años, pero que ya asoma como una de las mayores promesas de boxeo cubano profesional.
 
Al igual que a comienzos de 2011, la nueva generación de profesionales cubanos que busca abrirse paso, promete mucho y parece disponer de las condiciones para triunfar. A su favor, esta vez, tienen la certeza de que el estilo agresivo, la explosividad, la presión constante y la búsqueda desesperada del KO son la principal herramienta para triunfar en el boxeo de alta paga. Sin embargo, ese simple expediente que a los campeones mexicanos les garantiza títulos y buenas bolsas, parece que tampoco alcanza para los cubanos.
 
 
«AHÍ ESTÁ EL DETALLE»
Aquel detalle con el que Cantinflas nos hacía reír en su desopilante película, parece imposible de encontrar a la hora de buscar razones para entender la odisea del boxeo cubano. ¿Ha sido un error establecer la base en Miami, cuando el centro del boxeo exitoso parece ser el eje Los Ángeles-Las Vegas? ¿Fallas en la promoción? ¿Falta de experiencia en los manejadores? ¿Demasiada prisa en impulsar carreras de pugilistas amateur que de una hora para la otra deben asumir una condición profesional para la cual no estaban preparados?
 
Es difícil apuntar a una causa específica para el fracaso de pugilistas que tienen todo para triunfar, pero los desencuentros ocurridos entre la empresa que maneja la carrera de Guillermo Rigondeaux (Caribe Promotions) y el promotor irlandés Gary Hyde, pueden ser una pista hacia la razón que predomina entre todas las razones. Los líos entre promotores.
 
Hyde culpó a la citada compañía de ser responsable por el estancamiento en la carrera de Rigondeaux, al, supuestamente, haber rechazado importantes ofertas de Roc Nation Sports (propiedad de Jay-Z) y del promotor británico Frank Warren para trabajar con el doble campeón mundial cubano, afirmaciones que fueron desmentidas por Boris Arancibia, presidente de Caribe Promotions.
 
De manera independiente a esos conflictos, la realidad es que la carrera de un doble campeón inobjetable como Guillermo Rigondeaux pasa por el absurdo de no saber siquiera a quien enfrentará y escuchando a toda hora que nadie desea enfrentarlo.
 
Y tan increíble cómo ello, es el hecho de que los boxeadores cubanos interesan a todos los promotores, al punto que, el propio Hyde, si bien no pudo asumir responsabilidades en la carrera de Rigondeaux, no cejó en su empeño por involucrarse con el boxeo cubano en Estados Unidos y recientemente consiguió firmar un pacto de representación con Marcos Forestal.
 
No es ninguna novedad que el boxeo se ha transformado en un jugoso mercado, al punto que ha propiciado la aparición de numerosas compañías de promoción, de pequeño y mediano porte, que salieron a disputarles el botín a las grandes promotoras. Y como es obvio imaginar, la legión cubana no podría quedar fuera de ese escenario.
 
Mi percepción es que, por detrás de bambalinas, existe una guerra enconada entre promotores por asumir el control de las figuras establecidas y recién llegadas al boxeo cubano en el exilio, lo cual opera como un verdadero freno al crecimiento a sus carreras. Y es verdad que gracias a la televisión, al PPV y la proliferación de campeones, el boxeo se ha convertido en un negocio que moviliza grandes cantidades de dinero. Pero también es necesario reconocer que ese negocio opera como un efecto pirámide: la parte más alta, donde se concentran las mejores retribuciones, es la más reducida y para llegar a la misma hay que ascender a través de un intrincado laberinto por el que no todos saben transitar.
 
Los pugilistas, sin duda, son los grandes perjudicados con esa situación. Porque más allá de sus sueños, más allá de sus condiciones para triunfar, en una época en que abundan los títulos, para ser campeón no alcanza con ser campeón. Quien conduzca sus carreras, también debe ser un campeón. Hasta entonces, seguiremos preguntando ¿Dónde está la legión cubana?

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