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De mi Bitácora: Agradecer a Tales de Mileto

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5 de octubre 1953. Marruecos francés, África
 
La vida está en las singladuras a bordo del yate Moineau. A las 17:00 horas zarpamos de Casa Blanca, África, rumbo a San Cruz de Tenerife, islas Canarias. A las 18:00 horas estoy en silencio abrazando a mis padres y abuela Anita, mientras las secreciones de mis glándulas lagrimales humedecían mis ojos. Acabo de cumplir 26 años de haber salido del vientre amoroso. Abuela Anita fue la que me recibió ese atardecer lluvioso del 5 de octubre de 1927.
 
La oscuridad está iluminada por estrellas y planetas, naturaleza con sus misterios, sabiduría, belleza sublime. Me interrogo acerca del ingeniero de la ciudad de Mileto, isla de Lesbos, Grecia. Tales, que nació en la segunda mitad del siglo VII AC., educado por los sacerdotes egipcios y caldeos, quienes le enseñaron astronomía, aritmética y navegación.
 
Fue uno de los siete sabios de Grecia y el primero en ser llamado sabio, según Platón. Predijo los eclipses del sol y los solsticios. Identificó el carro de la Osa Mayor. También aplicaba a la navegación costera situando el barco desde la costa. Descubrió el curso del sol de un solsticio a otro y que la luna es una parte setecientas veces menor que el tamaño del sol. Afirmaba que el agua era el principio de todas las cosas y que el universo estaba animado y cubierto de divinidades. Determinó las estaciones del año y que tenía 365 días.
 
Como filósofo nos deja estas sentencias. Se le preguntó. ¿Qué es difícil? Contestó: El conocerse a sí mismo. ¿Y lo difícil? Aconsejar a otro. ¿Qué es lo más agradable? Acertar. ¿Qué es lo divino? Lo que no tiene principio ni fin. ¿Qué es difícil que uno vea? A un tirano viejo. ¿Cómo soportaríamos más fácilmente la desgracia? Si vieras a sus enemigos que lo pasaran aun peor. ¿Cómo viviríamos de la manera mejor y más justa? Si no hacemos lo que censuramos a los demás. ¿Quién es feliz? El que tiene el cuerpo sano, el espíritu bien dispuesto y un natural bien educado.
 
Disertando enfatizaba: hay que acordarse de los amigos presentes y ausentes. Que no embellece el aspecto, sino que se es hermoso por las acciones. No se enriquezca por malos medios y que tu palabra no te difame ante los que confían en ti. Los presentes que ofrezcas a tus padres espéralos de tus hijos.
 
Le  indicó a los egipcios que el Nilo se desbordaba cuando su corriente era rechazada por el azote contrario de los vientos eterios.
 
De sus versos recuerdo estos:
El mucho hablar no demuestra una mente sagaz.
Busca una sola cosa sabia.
Elige una sola cosa respetable.
Acallarás así la cháchara infinita de los hombres necios.
 
Él no veía diferencia entre la vida y la muerte. Un curioso le preguntó. ¿Entonces por qué no te mueres tú?  Le contestó. Porque no hay diferencia. Le preguntaron si el hombre que cometía una injusticia podía pasar inadvertido a los dioses.  Dijo: ni siquiera el que la piensa. Uno le preguntó que si podía jurar que había cometido adulterio. Lo miró. El juramento falso no es peor que el adulterio.
 
Me detuve alejado de Tales, situé el yate. Vuelvo al sabio a quien bien recuerdo cuando aplico la altura de la Osa Mayor que establezco con el sextante para determinar la posición y las neuronas inquietas dictan estas sentencias del prolifero Tales:
El más viejo de los seres es Dios, porque es ingénito.
Lo más bello es el universo porque es creación de Dios.
Lo más grande es el espacio porque todo lo abarca.
Lo más rápido el pensamiento porque todo lo atraviesa.
Lo más fuerte la necesidad porque domina toda las cosas.
Lo más sabio el tiempo porque todo lo descubre.
 
Son las 04:00 de la madrugada cálida. Entrego el servicio de la navegación. Voy a dormir abrazando a mis padres y abuela.
Han transcurrido 63 veranos y en la agradable representación síquica de mares y océanos recuerdo que durante las singladuras vivía una interrogante con el amigo viento. Lo sentía saludable, juguetón y bravío. No sabía de dónde soplaba, oía su música, no sabía dónde iba.
 
El arte de la navegación en el presente no necesita los conocimientos de la creación: astronomía con sus estrellas, planetas, sol y luna para situar el buque. Me pregunto tendría razón Albert Einstein al expresar: “Tengo miedo del día que la tecnología vaya a sobrepasar la interacción humana. El mundo será una generación de idiotas”. ¿Qué pensamos?
 
El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.

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