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Urgen soluciones

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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La creación del comité familiar para integrar a la población en los programas de salud mental son, sin duda alguna, un paso factible y necesario dentro de las acciones que el Ministerio de Salud Pública en el país debe implementar, a fin de consensuar estrategias que integren los sectores poblacionales a esa protección y atención que requieren las personas esquizofrénicas o con dolencias de este tipo.
 
El Ministerio de Salud se compromete a facilitar ayuda sicológica para quienes atienden a sus parientes, “en el manejo de su estado sicológico y diligenciar los medicamentos que necesitan”.
 
“Se parte de las respuestas” se denomina esta acción destinada a imprimir  un poco de apoyo a esos seres que caminan sin dirección ni protección alguna, con las miradas perdidas y dejando un halo de incoherencia entre el andar y lo incógnito de su destino.
 
Se sabe que en los últimos cinco años las enfermedades mentales han aumentado considerablemente en el país, hasta un 40%, y que “las familias juegan un papel importante en la recuperación y trato de los afectados con estos trastornos, ya que a partir del hogar es donde comienza la salud”, tal y como señaló el director de salud mental, José Mieses.
 
La necesidad de este proyecto implica, además, el necesario desarrollo de  trabajos comunitarios, donde participen  familiares y allegados de las personas con estos problemas, a fin de orientarles y proporcionales herramientas oportunas que les ayuden a sobrellevar su realidad.
 
Terapia familiar, de adicciones, ocupacional, socialización, orientación vocacional, psicoeducación, entre otras atenciones, ayudarán a estabilizar emocionalmente a estos pacientes.
 
La realidad es que el costo de un tratamiento a quien  padezca dichas dolencias psiquiátricas ronda entre los RD$ 60 y RD$ 80 mil mensuales,  sólo en medicamentos la inversión sería de RD$20 mil.
 
Si con un tratamiento apropiado puede lograrse que estos enfermos tengan una recuperación total o parcial, a largo plazo o corto plazo, lo ideal sería que el país dedicara imprescindibles recursos para su atención, porque verles deambular, sin rumbo ni esperanza alguna, constituye una responsabilidad social, sin mencionar el dolor humano que ocasiona su imagen y destino a cada integrante de esta  sociedad, pese a que sus  figuras  se entremezclen con lo cotidiano y corremos el riesgo de sufrir el mal de la indiferencia.

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