Los atrapados en las garras hambrientas del hombre que a todos los demás persigue, están reclamando, exigiendo. A esos los llaman los indignados. Sumergidos en la desgracia, huérfanos de lo necesario, no pueden tener proyecto de vida. Nadie dice donde está interesado en comprender su drama. Ahí surge la protesta, es que no se sale de la escasez y sufrimientos.
La fuerza de la esperanza aunque todo está desmoronado. Los hombres que han sufrido múltiples vicisitudes irradian fuerza extraña, poseen la verdadera comprensión, el sufrir los fortalece. Mandela en la prisión, el sufrimiento purifica el espíritu, lo comunica con sus hermanos que lo esperan unidos con fe para realizar el bien final. Ese glorioso Mandela es la bandera que muestra el modo de sufrir en libertad y plenitud cuando se lucha la causa justa.
¿Cuál es el instinto especial del justo indignado? ¡Oh Dios la carencia humana no alumbra para entender ese misterio interior! Nos atrevemos e impulsamos a pensar que es más poderosa que la riqueza externa.
Los poderosos tienen la similitud de no querer, escuchar, hablar con el que nada tiene, que aunque no lo acepta, es su otro yo. Se aísla, cree le van a solicitar algo o lo tienen como insignificante, molestoso. No conocen el amor, misericordia, compasión, conocimiento, luz interior, paciencia, fuerza y valor humano. No siente la ayuda cuando hay necesidad y consuelo, cuando hay dolor, curación cuando hay herida, enseñanza cuando hay ignorancia. Es un alma solitaria, en sí un pobre espiritual que necesita vivir mezclado con la energía del amor que siempre sana y perdona. Ser uno más entre los hombres, entrar en relación, hacerse hermano entre los hermanos. El verdadero hombre hijo de Dios, se hace responsable de su vida y la de los demás.
Comprender que la identidad del hombre es vencer el mal, no dejarse arrastrar por los contrarios, esos enemigos de la vida, jamás situarse en el drama del perjudicado, víctima, sino luchar por la existencia. Y, en ese rumbo de la realización asumir los riesgos de perder en el trajinar.
El universo está huérfano, necesita el combatiente del amor, luchar, luchar, por un mundo de paz, progreso.
Olvidar, erradicar el enfrentamiento con el hombre hermano, para que todos puedan vivir la familia universal, ser todos los hijos de Dios, hermandad mundial.
Acepto, miro al hombre en fe, se educará de manera consciente para la solidaridad y paz. Educar en la enseñanza espiritual que favorece en todo sentido, única a los impulsos en el solo propósito de eliminar las faltas, debilidades que la naturaleza del ser humano padece. Soy meditabundo porque los ojos, a pesar de las singladuras nadan en sueños estando despierto.
Nuestro invitado de hoy: San Agustín. “Bienaventurado el que ama a Dios y al amigo y al enemigo en él, porque solo no podrá perder al amigo quien tiene a todos por amigos”.
El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.
Meditabundo: Amar a los necesitados
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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