Aunque doña Mery Pérez de Marranzini, fundadora de la Asociación Dominicana de Rehabilitación, ha considerado que no existe discriminación, y muchos empresarios aseguran que no creen en las personas con discapacidad a la hora de contratar recursos humanos, lo cierto es que quienes viven con disfunciones visuales, auditivas, síndrome de Down, autismo, parálisis cerebral y otras discapacidades físicomotoras, tienen muchas menos posibilidades de desarrollo en la sociedad.
La prensa nacional publica con acierto la posibilidad de intentar “romper las barreras de la educación en los menores no videntes”, con la consiguiente capacitación de profesores en diferentes escuelas del país.
La iniciativa resulta excelente, y el coordinador docente de la dirección de Educación Especial del Ministerio de Educación (Minerd), Fausto Bueno Bueno, asegura que el Centro Nacional de Recursos Educativos para la Discapacidad Visual ha demostrado que sí es posible que los niños ciegos tengan una información tan completa, tan amplia como cualquier otro niño. Esto resulta verdaderamente prometedor y satisface saberlo; pero, sin duda alguna, debía aplicarse al resto y extenderse a todas las formas de aprendizaje para otros niños y niñas con dificultades o con características especiales, que de contar con una instrucción adecuada en esos primeros años de su vida, tendrían con herramientas adecuadas para desenvolverse en el futuro.
Las políticas públicas deben alcanzan y ser más efectivas a favor de dicho sector, en todos los órdenes: salud, educación y trabajo. Ellas y ellos nos rodean día a día y enfrentan sus imposibilidades con respeto hacia sí mismos, por lo que deben hallar en sus congéneres, no solo más compasión y comprensión, sino equiparación de oportunidades y el apoyo efectivo del Estado y la Sociedad Civil para poder hacer realidad su integración social.
“La igualdad- se ha escrito-, no debe entenderse desde una óptica de uniformidad, sino de respeto a las diferencias. Es decir, una igualdad que se basa en la búsqueda de puntos en común, de áreas de coincidencia y que construye a partir de los mismos. Por lo tanto, un sentido de igualdad que entiende y acepta las diferencias en calidad de aportes y no como fuentes de antagonismo ni, mucho menos, de segregación».
Especiales
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
Story
Page