La no existencia de un tratado de extradición entre República Dominicana y Polonia podría impedir que al exnuncio apostólico Jozef Wesolowski, acusado de abusar sexualmente de niños en esta nación, fuera juzgado como debía ser, para crédito de la justicia universal y correcta actuación de la Iglesia Católica.
Aunque el procurador General de la República, Francisco Domínguez Brito, no descarta la posibilidad de pedir la extradición de Wesolowski, tras haber sido despojado de la inmunidad diplomática por el Vaticano, la realidad dilata las expectativas, que tomaron mayor fuerza al conocerse las palabras de Federico Lombardi, quien dijo que el exnuncio no trabajaba ya como diplomático para la Santa Sede, y podía ser sometido a procesos judiciales de tribunales “que puedan tener jurisdicción sobre él”. De manera que esta última línea encadena las suposiciones conflictivas, en la medida en que la ausencia de acuerdos de este tipo, tal y como ha dicho Rodolfo Valentín, nombrado defensor Público del acusado aquí, no permiten proceder de esa manera.
El proceso sigue. Los niños entonces abusados ya son jóvenes; pero el dolor y el trauma permanecen y tendrán que “exprimir” su lado más humano y sensible para asistir a los interrogatorios solicitados por la Fiscalía del Distrito Nacional, previstos para reunir pruebas que serán enviadas a Polonia a fin de juzgar a quien el tribunal del Vaticano halló culpable bajo la ley canónica y ordenó regresar al estado laico. Habrá que esperar que la Justicia imponga su mirada limpia, firme y certera, pese a esos acuerdos internacionales y todo lo demás. Castigos de esta índole no pueden esperar.
Wesolowski, ¿se castiga la pederastia?
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