El clima conspira, sin duda alguna, y las altas temperaturas, coadyuvadas por sequías y otros elementos provocan estos terribles incendios, como el que ha azotado y azota a las comunidades de las montañas de Valle Nuevo, Constanza, donde las llamas acaban sin reparos con la exquisita flora de esa región.
Si bien destacadas figuras en el país, piden “lluvia para Valle Nuevo”, y llueven las críticas al Ministerio de Medio Ambiente por la necesidad de que se ejecuten más acciones que sofoquen el siniestro, la realidad indica que ocurre como en la salud: el país no está preparado para enfrentar eventos y solo se despereza cuando tiene el mal encima.
Las redes sociales se han revelado como fuerzas motrices de gran envergadura para llegar a la opinión pública y constatar que a dominicanas y dominicanos les duelen sus tragedias y este infausto hecho nos pone ante una dura realidad.
Las ayudas se retrasan y Valle Nuevo yace entre cenizas, cuya reforestación costará mucho más de lo que pueda imaginarse.
Por ahora, solo queda unirse a las acciones de militares y civiles que desde hace tantos días enfrentan a las fuertes llamas; esto, sin desdeñar el dolor y las penas que dejan en el alma pérdidas tales y esa triste experiencia de reconocer que el país no está preparado, ni para apagar incendios en las altas torres que se agolpan en la capital, ni para enfrentar las que como estas, requieren de equipos especializados, tácticas y estrategias, mantenimiento y vigilancia, como ya han planteado especialistas, que de sopesarse a tiempo podrían haber salvado miles de tareas de bosques, esos que ahora yacen como chamuscado vegetal y todavía arden.
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