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Meditabundo: Virtudes que guían la vida

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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En el silencio interior me cuestioné. ¿La amistad en sociedad? Comenzamos este rumbo por la naturaleza de comunidad, de grupo, la hermandad de la razón. Los seres humanos se han alejado de lo que deben estar unidos, las enseñanzas de Jesucristo. Dos corazones en uno, afición: “Amar al prójimo como su otro yo”. Se ha perdido la sonrisa, la amistad pura, sincera.
 
Crecimos entre abrazos, conversaciones fraternas, lo respiramos  entre los padres de familias. Los chicos todos éramos uno, juguetones nos divertíamos. Esta felicidad se la llevó el tiempo de la indiferencia antisocial.
 
La humildad de la educación no existe, no se impulsan al abrazo de mutua fraternidad, hay una separación, es la muralla de no conocerse a sí mismo. La largas singladuras nos llevan lento y muy frecuente las neuronas brincan, navegan buscando… ¡Oh se presenta el verso de Enio de la HECUBA DE CURILIOS!:
El amigo seguro se
conoce en las
situaciones poco
seguras.
 
En la naturaleza de la creación nos amamos porque la vida es amor, amor de puro bien para transitar la permanencia en esta tierra. Cuando surcaba el mar ansiaba, amaba la lluvia, la recibía como refrescante imagen de la vida. Sentía que la vida era bendición que estaba en todas las manifestaciones de la naturaleza. Vivía mi propia naturaleza, la creación era estar en contacto con Dios.
Sentía alegría con el hermano invisible viento del mar Caribe hablándome de los Taínos felices que el conquistador los hizo desgraciados. Las voces de las olas eran el lenguaje del bello mar.
 
Esas voces y vientos acariciaban nuestro interior y en el yo comprendía la profundidad de lo que estaba pasando, una alegría de vivir.
 
Arribamos al puerto de la vejez, en el rincón de los que abiertos aman en su entrega, los libros. Vivo estar frente a los discípulos guardiamarinas de cuarto año y surge la idea de enseñarles el camino de la atención. Esta enseñanza la recibí en mi siempre presente capitán de la mar John Percival.
 
Estar en atención en el presente es el camino del deber cumplido. Felicidad, plena alegría. Muchas veces no se es feliz por falta de atención. No se necesita mucho para la alegría, solo se necesita la atención. Si sentimos alegría y gratitud por lo que observamos, entonces solo el hecho de tener buena vista espiritual ya es manantial de alegría.
 
Cuando ejercemos el hábito de la atención nuestros ojos nos entregan maravillas que están frente a nosotros. Luna llena plateada alumbrando el mar sereno, un niño en alegría saltando, la sonrisa musical de las olas besando la arena playera, una hormiga cargando una hoja, el milagro de un rostro humano sonriente. Ahí están las maravillas de los amores creados por Dios.
 
Nuestros invitados de hoy: León Tolstoi: El secreto de la felicidad no consiste en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace.
Alfonso Milagno: Muchos todavía no son buenos, porque no han sido suficientemente amados. ¿Quién tiene entonces la culpa? ¿Ellos por no ser buenos o nosotros por no posibilitar que lo sean?
 
Amar, siempre amar, es la gran visión del tránsito terrenal. Consérvense bueno.
 
* El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.

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