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El trabajo de Diego Pesqueira en PN

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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La golpiza que les dieron una secta llamada PACOREDO a Meltón Pineda, entonces fotógrafo del periódico El Sol y a quién escribe que en mi calidad de periodista cubría la  celebración del Día Nacional de los clubes en el local del club Mauricio Báez, de Villa determinó que la Compañía de Jesús, que orientaba a Casa Abierta decidiera sacarme del país para salvarme la vida.
 
Casa Abierta dirigida por el entonces sacerdote jesuita José R. Cruz, recibió una información sobre los planes para asesinarme. Cuando me llevaron a la Secretaría de las Fuerzas Armadas Dominicanas,  el jefe del J2 coronel Medrano Padilla me dijo, Santana usted tiene que tener una protección porque se trama asesinarlo para culpar al gobierno del presidente Joaquín Balaguer, y el presidente Balaguer ha instruido para que eso no suceda.
 
Usted tiene que estar armado y nosotros nos ocuparemos de su seguridad.  Cuando le respondí al Coronel Medrano Padilla que yo era  periodista que no andaría con militares detrás, me reiteró la orden que recibió y que ellos tomarían las medidas de lugar. A partir de ese momento empecé a tener otro modo de vida sin arma de fuego y una vigilancia permanente por donde me movía y residía.
 
Recuerdo que el Pacoredo tratando de justificar la agresión contra Melton y contra mí en el periódico Despertar nos acusaron de ser policías.
 
Algunos familiares míos, en particular un compañero y hermano de mi padre, hablaron con Pin Montas condenaron esta acción y mi padre indignado le dijo a Pin tú tiene hijos y yo sé dónde viven trata de que a Rafaelito no le pase nada porque en Villa Juana, todos nos conocemos.
 
Recuerdo que el domingo siguiente el periódico Despertar publicó con un gran titular que  Rafael G. Santana, era un periodista progresista.
 
La iglesia católica, en especial los jesuitas me sacaron del país llegando a Venezuela donde hice un curso sobre liderazgo juvenil, medios de comunicación y periodismo comunitario en el Centro de Formación Cubiro, que funcionaba en  las montañas de Los Teques, cerca de  Caracas.
 
Recibí una sorpresa agradable porque los jesuitas me asignaron de guía y orientador al padre Miguel que trabajaba en la comunidad marginada de los cerros.  Miguelito me presentó algunos periodistas colaboradores de la iglesia y durante una visita a la ciudad de Barquisimeto en la Casa del Periodista me ofrecieron una cena que fue difundida por el periódico El Impulso.  Un periodista venezolano me preguntó que hacía en Venezuela, le narre la historia de lo sucedido en el club Mauricio Báez y la acusación del Pacoredo de que tanto Melton y yo éramos policías.
 
El colega venezolano me dijo, Santana aquí el Ministerio de las Fuerzas Armadas incluso los batallones tienen un periodista profesional para que se encargue de los asuntos de prensa y Relaciones Públicas, sin que eso afecte su profesionalidad. Estamos hablando del 1978 cuando llegué a Venezuela.
 
El tiempo pasó y una vez calmado todo en 1986 ingresé a trabajar a Listín Diario donde aprendí los secretos del ejercicio profesional que me enseñó Don Rafael Herrera y su hermano Don César Herrera.
 
En un corto tiempo Don Rafael me colocó en la fuente del Palacio Nacional donde participaba en las ruedas de prensa que los fines de semana daba el presidente Joaquín Balaguer, luego de concluidas las inauguraciones de obras sociales en beneficio de las comunidades.
En Listín Diario mi vecino más cerca en la redacción era Antolín Montás, que cubría la fuente de la Policía Nacional.
 
El Guardia Antolín que era ante todo un periodista de los pies a la cabeza  que no negaba ser un policía activo en el día a día me mostraba la realidad de esta profesión compleja por los intereses en juego.  Le agradezco a Antolín Montás, permitirme conocer e intercambiar con otros periodistas con rangos como Simón Antonio Díaz, Negro Martínez, Tamarez y Valenzuela, entre otros.
 
Los que nos acusaban de ser policías y no periodistas como Marino Zapete, llegó a ser Relacionador Público de la Policía Nacional en la jefatura de Pedro de Jesús Candelier.
 
Creo que soy el primer civil en ocupar en 1988 el cargo de Relacionador Público de la Dirección Nacional de Control de Drogas DNCD.
 
Los nuevos vientos de la época digital han cambiado la dinámica del ejercicio periodístico porque segundo a segundo, minuto a minuto, hora a hora y el día a día se producen acontecimientos que deben ser manejados por profesionales capaces, trabajadores y sacrificados.
 
Una de esta área es la oficina de prensa y Relaciones Públicas de la Policía Nacional donde se producen y manejan casos complejos.
 
El periodista Diego Pesquería es un trabajador institucional de la Policía que incluso los domingos está frente al computador o el celular produciendo para que la imagen de la jefatura de la policía, y la del jefe sea quien la comande crezca y se posicione positivamente.
 
Diego es lo que el filósofo alemán Berto Brecht decía,  hay hombres que luchan un día y son buenos, hay lo que luchan un año y son muy buenos, pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.
 
Variando los términos de este mensaje puedo escribir y decir, hay hombres que trabajan un día y son buenos, hay hombres que trabajan un año y son muy buenos, pero hay los que trabajan toda la vida, esos son los imprescindibles.
 
Diego es un imprescindible en la oficina de Relaciones Públicas de la policía, que es bien valorado por los periodistas, fotógrafos y camarógrafos que cubren la fuente.  Por eso merece que les suministren las informaciones a tiempo que le permitan potabilizar la imagen del jefe de la Policía Nacional Mayor General Manuel E. Castro Castillo, que viene haciendo un excelente trabajo y que ocasiones tiene que convertirse en Relacionador Público arreglando cosas que podían ser evitadas si las informaciones fluyeran a tiempo para elaborar las notas oficiales de la policía.  Por suerte hay un Diego Pesquería en Relaciones Públicas.
 
Esa es la verdad, por eso lo escribo y lo digo, consciente de que pueden aparecer algunas bembitas y traten sacar fuera de contexto lo que planteo que no es otra cosa que darle al César, lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
 
Escrito está.

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