Desde el Vaticano, “humildemente”, el papa Francisco pidió perdón por los pecados de omisión de la Iglesia, sobre todo los relacionados con los abusos sexuales y se reunió con seis de las víctimas de abusos cometidos por sacerdotes católicos, ante cuyos delitos la institución no ha respondido adecuadamente, dijo el cabeza de la curia católica.
Mucho se habla del Papa argentino, de sus métodos y expresiones, así como de su actitud, más cercana a “los pobres de este mundo”. La verdad es que durante muchas décadas el silencio ante los reprobables hechos cometidos por sacerdotes, han desvirtuado y colocado en un sitio muy cuestionable a la Iglesia, y esto, en el decir del pontífice » lleva todavía a un sufrimiento adicional a quienes habían sido abusados, además de poner en peligro a otros menores que estaban en situación de riesgo».
Es cierto que la esperanza en Dios se ha basado, esencialmente, en el ejemplo de quienes dirigen eclesiásticamente y que, sin duda alguna, debían haber alcanzado un fortalecimiento espiritual mediante la fe. Pero, han sido precisamente esos que confían plenamente los más dañados, porque “otros en la traición y el abandono han erosionado su fe en Dios», tal y como afirma el papa.
Violar la inocencia de menores merece un fuerte castigo humano y ancestral: «Es como un culto sacrílego porque esos chicos y esas chicas les fueron confiados al carisma sacerdotal para llevarlos a Dios y ellos los sacrificaron al ídolo de su concupiscencia», aseguró Francisco y más allá de las cicatrices con las que habrá que andar toda la vida, vale la pena que una voz así autorizada se alce y acuse tajantemente ese gran pecado que es la omisión.
Omisión
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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