Se fumiga, pero los criaderos siguen, aseguran funcionarios del Ministerio de Salud Pública, y en los barrios, la sabia voz popular sigue hablando de múltiples vías de contagio, más allá del peligroso mosquito Aedes Aegypti y “sus derivados”.
Tampoco los datos oficiales parecen estar a tono con la realidad. Residentes de Cristo Rey, por ejemplo, en cuya localidad familias enteras han sido “tocadas” con la chikungunya, aseguran que la fiebre pasa de los 165 mil 433 afectados, según reporte del Ministerio de Salud Pública, y lo que sí es cierto es que el mal se mantiene activo en el Distrito Nacional y la mayoría de las 31 provincias.
Muchas instituciones y organizaciones políticas se han unido para enfrentar la situación, que tiene muchos elementos en contra, pues al parecer, las mutaciones virales desarrollan la invulnerabilidad de los agresores, en tanto que la no prevención pone en mayores riesgos a los agredidos.
Se llama a realizar labores de higiene y a eliminar en hogares y comunidades los criaderos de los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus. Los médicos aseguran que el mal no resulta grave y no existen vacunas ni tratamiento específico, por lo cual su manejo es sintomatológico. Pero, quienes han pasado por la “doblez” de los dolores “chincungunyanos”, aseveran ser testigos de excepción de un padecimiento sin par, que parece estar latente mucho después, sobre todo en las articulaciones…
Otra vez se exige educación y aplicación de medidas de higiene y mucho más. Nueva vez se entiende que la medicina preventiva no puede ser superada por nada. Lamentablemente, adolecemos de ella. La chincungunya es un ejemplo.
Secuelas de la no prevención
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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