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Alarma crímenes sicariatos sociedad dominicana

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El sicariato o asesinato por encargo está ganando fuerza cada día en la sociedad dominicana, mal que ya no solo preocupa a la población, sino también al presidente de la Suprema Corte de Justicia, al procurador general de la República, al ministro del Interior, y al jefe de la Policía, entre otras autoridades.
 
Un sicario es una persona que mata a alguien por encargo o porque recibe un pago en dinero u otros bienes: en fin, es un asesino asalariado.
 
El sicariato tiene sus orígenes en la antigua Roma. Su nombre proviene de la sica, puñal o daga pequeña, fácilmente ocultable en los pliegues de la toga o bajo la capa. Literalmente, sicarius significa “hombre-daga”.
 
Su actividad estuvo vinculada a la política, actuando en las asambleas populares romanas, particularmente durante el peregrinaje al templo, cuando apuñalaban a sus enemigos (contrarios políticos de sus amos o simpatizantes -cliente- de ellos) lamentándose públicamente después.
 
En términos más generales, el sicariato se trata de acciones de ajuste de cuentas sociales, políticas, económicas o judiciales ejecutadas por el crimen organizado y donde el homicidio tiene un nivel de organización bastante sofisticado: armas de fuego, motocicletas, espacio de la vida cotidiana, costo alto del contrato, intermediación compleja y una víctima vinculada al sistema judicial (Cando), policial o a grupos políticos (Hurtado).
 
Por otro lado, un ajuste de cuentas por pasiones, tierras, repartos económicos o intimidaciones legales.
 
Según la complejidad de la víctima, el lugar de contratación varía: En el primer caso, el servicio es profesional y se requieren contactos de alto nivel; en el segundo, se lo consigue a través de ciertos informantes en determinados barrios y burdeles. El precio del servicio, por lo tanto, también cambia según el tipo de víctima.
 
El sicariato en República Dominicana constituye una maquinaria que cobra más vidas. Para ello se contratan jóvenes de 16 a 20 años que viven en barrios marginados con grandes precariedades económicas.
 
Informes dan cuenta de que las muertes por encargos ya son tan comunes que suelen ofertarse hasta el famoso “dos por uno”, o lo que es igual, asesinar a dos personas por una determinada cantidad de dinero, como forma de imitar a las tiendas, que por la compra de un producto ofrecen otro gratis, con el propósito de estimular al cliente.
 
Casos más recientes
Los hechos más recientes de sicariato que han conmovido a gran parte de los dominicanos fueron los dos asesinatos de las jóvenes Natasha Sing y Suleyka Flores Guzmán, por cada una de las cuales su verdugo, el sicario Amauris Soriano Garcí a (Nevado), cobró RD$200 mil.
 
En abril del 2012, el entonces jefe de la Policía, José Armando Polanco Gómez, dio a conocer en rueda de prensa el arresto en República Dominicana del piloto de Joaquín “Chapo” Guzmán, jefe del peligroso Cártel de Sinaloa, México, y otros presuntos miembros de esa organización criminal, compuesta por sicarios de la droga, con lo que se elevó a diez los narcotraficantes mexicanos que para entonces habían sido capturados y expulsados del país en 14 meses, vinculados al fugitivo capo mexicano.
 
En la sazón, el presidente de la Dirección Nacional de Drogas, (DNCD), Rolando Rosado Mateo, atribuyó la presencia de narcotraficantes mexicanos a la presión que tienen los cárteles en México, Colombia y Centroamérica, que a su juicio los obliga a buscar rutas alternas para transportar su mercancía a Estados Unidos y Europa.
 
Los asesinatos de tres colombianos y un español en el sector de Gurabo, de Santiago, fueron atribuidos por las autoridades dominicanas a sicarios con presuntos vínculos con el cártel de Sinaloa.
 
La sociedad dominicana conoció la muerte de cuatro personas víctimas por esta desgracia social, vinculados al capo boricua José David Figueroa Agosto: José Gabriel Arias Castillo (Alex el Pelotero); Omar Ramón Antigua Polanco, exteniente coronel de la Policía; José Amado González González, y Alfredo Rodríguez (Niño Pata Corta).
Se recuerda que en septiembre del 2011, desconocidos a bordo de una yeepeta asesinaron a tiros en el sector Las Praderas de la capital al teniente coronel César Augusto Ubrí Bocio, quien se desempeñaba como asistente del presidente de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), mayor general Rolando Rosado Mateo, en un hecho atribuido al sicariato.
 
En septiembre del 2013 la Policía informó que Juan Félix Cordero Febles (Copelin), de 38 años, el hombre encontrado en un cañaveral de Yaguate, San Cristóbal, junto a los cadáveres de un sargento policial y un camionero habría asesinado, junto a su banda, a más de 50 personas por deudas de narcotráfico.
 
El jefe de la Policía, mayor general Manuel Castro Castillo, dijo que la persona señalada como sicario, tenía un amplio prontuario criminal y que se había investigado y sometido a la justicia por su presunta participación en la muerte de seis personas, supuestamente, por encargo, y por herir a otras tres.
 
La uniformada también se hizo eco de cuatro hombres, entre ellos un repatriado de Estados Unidos y un raso de la institución del orden, quienes habrían matado a la señora Ana Iris Mejía Martínez, en marzo del 2009, en La Vega. Por esa muerte se habría pagado RD$330 mil.
 
En abril del año pasado, un juez de instrucción dictó un año de prisión preventiva al presunto narcotraficante Franklin Domínguez Hiraldo, quien alegadamente pagaba a agentes policiales de Puerto Plata para eliminar a sus rivales. Ocho policías fueron detenidos, quedando en libertad otros 23 que estaban involucrados.
 
El cuerpo del orden reportó, además, la detención en Santiago de Felipe Javier Pérez Fernández, acusado de la muerte por encargo de por lo menos 10 personas en esa provincia, Fue sonado otro caso donde un excapitán de la Policía fue sometido a la Justicia acusado de haber decapitado a otro agente, y entregarle la cabeza a unos colombianos.
 
Especialistas opinan
La falta de oportunidades para los jóvenes, el deterioro del núcleo familiar y el auge del narcotráfico son los principales factores que influyen para que se incremente el sicariato en el país, según expertos, quienes vaticinan un aumento de este flagelo.
 
Aunque dicho mal se da en todos los niveles, para el psiquiatra Secundino Palacios la población más vulnerable son los adolescentes y los jóvenes adultos.
 
Mientras que para el experto en Seguridad Ciudadana, Daniel Pou, la pobreza y la falta de oportunidades son elementos que empujan hacia la violencia y criminalidad.
 
Entiende que debe haber un régimen de consecuencias desde el Estado para garantizar que quien cometa algún delito pague por él.
 
De acuerdo con el sicólogo forense, Wilfredo Mora, el sicariato en República Dominicana, más que una industria criminal es un servicio que se compra y se vende, alimentado por el deterioro de la vida en la sociedad, de lo cual se aprovechan principalmente los vendedores de drogas.
 
“Es tanto el narcotráfico en los barrios, que era de esperarse que apareciera el sicariato”, precisa.
 
Mora sostiene que también la impunidad en la justicia sirve de amortiguamiento a ese monstruo social llamado sicariato. Considera inevitable el crecimiento de este delito en la sociedad dominicana, “porque todos los recursos del gasto social se emplean inadecuadamente”.
 
Lamenta que las autoridades no tengan repuestas concretas para detener ese fenómeno que va en crecimiento: “Nadie sabe nada de lo que está pasando”.
 
Advirtió que no se tiene una idea organizada; sino prejuiciada y de corto alcance sobre esa problemática: “No existen estadísticas y solo se limitan a repetir lo que otros dicen”.
 
El almirante Néstor Julio González valora el sicariato en la República Dominicana como consecuencia del deterioro moral que existe en el país: “Donde la vida no vale nada, y los que tienen que hacer cumplir las leyes, no las cumplen. Aquí todos nos conocemos, por lo que la pregunta es si se sabe dónde está el mal, ¿por qué lo toleran?”.
Atribuye al procurador general de la República gran culpa en la “tolerancia” de la criminalidad existente, “porque ha permitido que anden sueltos quienes se han robado este país”.
 
El presidente de la Suprema Corte de Justicia, Mariano Germán Mejía, manifestó que los actos de sicariato hay que enfrentarlos con integridad y dijo que son producto de la desigualdad social.
 
Ante esas respuestas “frías” y con pocas o ninguna alternativa para detener el crecimiento del sicariato, solo quedaría hacer aquella pregunta del Chapulín Colorado: ¿y ahora quién podrá defendernos?

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