Analizando el sistema político y las auditorías de la Cámara de Cuentas, concebimos que los hombres siempre hayan sido los mismos. En la antigua Roma antes de Cristo el tribuno Marco Livio Druso le escribió una carta a Marco Craso político romano. Año 53 a.c. Marco formó con César y Pompeyo el primer triunvirato. Fue cónsul y gobernó Siria. Era conocido como el gran corrupto y corruptor. Leamos la carta: “Es difícil saber quiénes son peores, si los que sobornan las masas o las masas que aceptan el soborno. El soborno corrompe, pero, el que lo acepta es el gran delincuente. ¿Ha habido gobierno que no sea embustero, esclavizador, asesino, ladrón y opresor, enemigo de los hombres en su ambición de poder? El que recibe soborno para no tener que trabajar para las necesidades de su familia es menos que el perro, leal y defiende a su dueño. Los vagos, plebes, solo piensan en llenar el estómago, y el que adula a esos, pasa a la historia como más bajo que los esclavos, no importa su apellido o por lo que confieren los banqueros”.
Del elocuente orador Lucio Craso, asiduo abanderado, defensor de los derechos del hombre. De una carta a Scauro: “Aumentando los impuestos es como un gobierno cruel y monstruoso puede monopolizar todo el poder, porque entonces puede establecer un sistema de premios y castigos. Premio para los que apoyan su tiranía y castigo para los que se oponen”.
De Druso: “Muchas naciones desoyeron y se hundieron en el fango por los delitos que hoy se cometen en Roma, pero, estamos a tiempo de salvar a Roma y separarla del abismo”.
Druso no se da cuenta que las naciones nunca están alejadas, libre de los abismos, él creía que una nación corrompida podía volver a ser sana, virtuosa solo con que el pueblo lo quiera.
Cuando Druso fue asesinado ya había comprendido que la corrupción es irreversible cuando llega a apoderarse del alma de una nación. Su hermano con el alma entristecida exclamó: “Así que este es el fin que espera a los hombres que aman a su patria y a la verdad”.
Contra la corrupción hay que encarcelar a los corruptos, tomar resueltamente una iniciativa de prisión como enemigo público, de una manera que sea imposible retroceder como Agatocles y algunos capitanes que quemaron sus navíos para eliminar toda esperanza de retirada. Hernán Cortés tomó la misma decisión después de desembarcar en Méjico.
Los políticos corruptos se hacen millonarios al aplicar a todos aquellos que es moralmente incorrecto sin entrar en consideración sus efectos, por lo que el fin nunca justifica los medios, lo que es malo o perjudicial para los seres humanos.
La corrupción protegida por la impunidad pone en manos de los que gobiernan una autoridad sin límites. Rosseau lo explica: “El poder corrompe a los hombres, el poder absoluto los corrompe absolutamente”. Esto debilita gravemente el sistema llamado democrático. El corrupto es el coleóptero cuya lava excava, destruye, corroe todo y el pueblo pierde bienestar de vida aumentando la pobreza.
Invito hoy recordando a mi padre con este sabio refrán. “Cada uno quiere llevar agua a su molino”. Y nos explicaba: Esto reprueba el que solo atiende a su propio interés sin reparar en daño alguno.
El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.
Meditabundo: Los hombres y la corrupción
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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