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Curiosidades del Mundial de México de 1970

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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He encontrado algunas curiosidades de este mundial que se hizo en este país, México.
 
-Por primera vez se permite la sustitución de jugadores.
 
-Brasil gana su tercera Copa del Mundo y por ello se adjudica definitivamente la Copa Jules Rimet.
-La selección de Brasil es el único equipo campeón del mundo en haber ganado todos sus partidos del torneo.
 
-Se usan por primera vez las tarjetas amarillas y rojas. Sin embargo la tarjeta roja no se estrenaría hasta el mundial siguiente, ya que esta Copa del Mundo ostenta el récord, junto a la Copa del Mundo de 1950, de no haber sufrido la expulsión de ningún jugador. Este torneo es considerado por diversos expertos como uno de los mejores en la historia del fútbol, debido tanto a su juego limpio.
 
-Jairzinho se convirtió en el único jugador que ha marcado en todos los encuentros de un Mundial.
 
-Entre este mundial y el siguiente, el jugador alemán Gerd Müller convierte 14 goles, siendo el futbolista que mayor cantidad de tantos marcó en los mundiales. Le sigue el francés Just Fontaine con 13 goles, convertidos en el mundial de 1958.
 
-Adidas es el fabricante de las pelotas en la Copa del Mundo. Por primera vez es de color blanco y negro. Su nombre es Telstar.
 
-Pelé se convierte en el único jugador de la historia en jugar cuatro mundiales y vencer en tres.
 
-El once ideal de esta selección está formado por siete jugadores brasileños: Carlos Alberto, Piazza, Clodoaldo, Gerson, Jairzinho, Pele, Rivelino.
 
-En el terreno extradeportivo, el jugador inglés Bobby Moore, fue acusado de robar un brazalete valuado en unos 2.000 € de la joyería del hotel donde su selección se hospedaba para regalárselo a una prostituta.
 
-El alemán Karl Schnelliger era soldado y pidió a su entrenador un permiso para ir corriendo a los entrenamientos diarios desde su hotel recorriendo más de 8 kilómetros.
 
-El fútbol era seguido por cientos de millones de telespectadores, entre ellos los guardiacárceles de una cárcel de México que durante una de las semifinales que vieron en un bar provocaron que 23 presos se fugasen de la prisión.
 
Pelé y la maravilla de los cinco dieces (1970)
 
Pasen y vean, no está Garrincha, ya en brazos del aguardiente y las mujeres. Llegaba el Pelé bicampeón mundial (58, 62) de dos cursos flojos para su leyenda, animal de circo explotado por el Santos, cosido a patadas (hasta ese México’70 no habría tarjetas) y con los recuerdos de una Copa del Mundo de 1966 donde salió cojo y triunfaron las pizarras defensivistas, algunas entradas alevosas y hasta los arbitrajes sibilinos. En un partido preparatorio en casi las vísperas de México, Saldanha lo dejó en el banco frente a Bulgaria, 0-0 en Rio (jugó unos minutos) y demasiada presión para Joao Havelange, que se cargó al técnico con la venia de los militares, dueños del país. Al pueblo no hay que contrariarle en cuestiones tan ‘sensibles’ como sus ídolos.
 
Su sustituto, el histórico Mario ‘Lobo’ Zagallo, al que por algo ponían ‘Lobo’ entre nombre y apellido, reunió a los cinco intocables en el hotel Das Palmeiras de Río en una concentración previa a un partido. Y allí, en la habitación de O Rei, se produjo el gran pacto: Los cinco mejores ‘dieces’ de Brasil jugarían todos juntos para formar la delantera más célebre y temible de todos los tiempos. El talento Rivelino, al extremo izquierda, Gerson a la derecha, Tostao, seda y fuerza, y Jairzinho (que era un ‘wing’ derecho diabólico), más adelantados. Y Pelé, por donde le diese la real gana.
 
Zagallo, hombre profético, lo anunció: «Seremos los primeros en llegar a México y los últimos en irnos». Y ¡qué forma de irse!: «Brasil jugó un fútbol digno de las ganas de fiesta y la voluntad de belleza de su gente’, Eduardo Galeano (Fútbol a sol y sombra), para festejar el primer Mundial en color de la historia. «Si un marciano preguntase qué es el fútbol, un vídeo del partido Brasil-Perú del Mundial de México de 1970 lo convencería de que se trata de una elevada expresión artística», diría Alastair Reid, poeta escocés.
¡Apártense vacas, que la vida es corta! Aquel equipo ganó todos los partidos combinando la belleza y la eficacia. Fueron desfilando masticadas grandes selecciones (Checoslovaquia 4-1, Inglaterra, Rumanía; Perú, en cuartos 4-2 y Uruguay 3-1 en semis).
 
«Debía estar prohibido jugar un fútbol tan bello», clamaron los periódicos ingleses por los recitales de toque, movilidad, incorporaciones sorpresas de dos laterales soberbios como Carlos Alberto y Everaldo, más la calidad y seguridad de dos atletas tácticos como Brito y Piazza bajo el mando de Clodoaldo. O Gerson, que hacía de todo. Para lo de arriba se buscaban adjetivos en Europa, y se tuvo que tirar de aquellos de asombro que lanzaron al patizambo Garrincha en Suecia 1958. Brasil era coordinación, estética y ganas por ser los amos de la pelota y del mundo. «Se nos recuerda como la delantera de ataque de los cinco, pero hicimos más faltas que los defensas», decía Tostao, aquel portento de técnica, personalidad y coraje que pudo jugar por una especie de milagro en sendas operaciones en Houston (Texas) que salvaron su ojo para la ocasión.
 
Momentazos indelebles
 
Aquella selección dejó una estela de inmortalidad y momentazos como el gol contra un frontón inglés de Jairzinho ante Inglaterra en el que Tostao se atrajo a tres ingleses, Pelé fijó a otros tres hacia él («los hizo humo», Galeano dixit) y soltó un toque hacia un Jairzinho acostumbrado a «desmarcarse en los arrabales de Río»; o el intento de gol desde el centro de Pele al portero checo Víctor, o su diabólica maniobra de circo al meta uruguayo Mazurkiewicz como si fuese el hombre invisible.
 
Y llegó la final contra Italia (4-1) donde Pelé marcó el primer gol de cabeza explicado así por su defensor Tarcisio Burgnich: «Saltamos juntos… pero cuando yo estaba en la tierra, él seguía en el aire», o su frase aún más célebre, «Yo había pensado para darme ánimo: Pelé es de carne y hueso, como yo. Estaba equivocado». Porque el mito también dio el último gol a la final, con la estampida por la derecha de Carlos Alberto y tiro cruzado después de una jugada colectiva en la que sólo faltó que la tocase alguno del banquillo. «Italia se enfrentó al menos a cuatro monstruos de otro planeta. Pelé, Gerson, Rivelino y Jairzinho son auténticos tiranos del fútbol jugado a ritmo de samba», imposible hacerles sombra, analizó el Stampa Sera.
 
Escribió Valdano que a Menotti le preguntaban sus jugadores por pura curiosidad sobre ‘O Rei’: “¿Cómo se podía marcar a Pelé? Y el ‘Flaco’ respondía: «Con una tiza».
 
El equipo sambero, heredero de los campeones del Suecia 1958 y Chile 1962, el temible Brasil de 1970: Félix; Carlos Alberto (capitán), Brito, Piazza, Everaldo; Clodoaldo y…. pónganse de pie; ¡Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé y Rivelino!
 
El Mundial de las grandes jugadas del Rey del fútbol
 
El primer Mundial transmitido en colores para todo el mundo por televisión, el Mundial de 1970, fue caracterizado por jugadas plásticas y geniales, protagonizadas, principalmente, por la selección brasilera de cracks como Pelé, Tostão, Rivelino, Jairzinho y Gerson. Desde los primeros partidos hasta la final, el conjunto auriverde encantó al mundo y juntó a los simpatizantes de los anfitriones mexicanos, extasiados con el fútbol ofensivo presentado por el equipo comandado por Zagallo.
 
México recibía el Mundial por primera vez y la mayor preocupación de los atletas era en relación al calor intenso, ya que los partidos tendrían que adecuarse a la televisión europea, lo que resultaba en partidos marcados en horarios de sol intenso. Las novedades fueron las dos sustituciones por equipo y tarjetas rojas y amarillas para una mejor visualización de las advertencias dadas por los árbitros a los jugadores.
 
Otro atleta destacado del torneo fue el atacante alemán Gerd Müller, goleador con impresionantes diez goles. Marcó uno en el vuelco del partido sobre Marruecos, hizo tres contra Bulgaria y repitió la cuenta frente a Perú. En los cuartos de final, marcó, en la prórroga, el gol que eliminó a Inglaterra. El partido fue uno de los muchos que entraron para la mitología alemana de nunca entregarse en campo. Los germánicos perdían por 2 a 0 en poco más de veinte minutos del final del juego. Franz Beckenbauer y Uwe Seeler, sin embargo, empataron y llevaron el partido para la prorrogación. La ironía fue que, antes de que Müller decretara la victoria alemana, el árbitro anuló un gol del inglés Geoff Hurst, justamente el autor de un polémico gol contra Alemania Occidental en la decisión del Mundial de 1966. Y los alemanes tenían a Müller, que marcó y garantizó la primera victoria de los alemanes sobre Inglaterra en un partido oficial.
 
Otro juego que entró para la historia fue la semifinal entre Italia y Alemania. El partido terminó empatado en 1 a 1, después que Karl-Heinz Schnellinger convirtiera en el último minuto del tiempo reglamentario y llevara a los alemanes a disputar una prórroga más. En el tiempo extra, el mayor número de goles marcados en la prórroga en toda la historia de los Mundiales: fueron cinco, dos de ellos de Gerd Müller. Los italianos, sin embargo, marcaron tres, y se garantizaron la final. Para los alemanes quedó eternizada la imagen del capitán Franz Beckenbauer, que se dislocó el hombro y asimismo continuó jugando con una atadura.
 
Genialidad en el campo de juego
 
Aun habiendo sufrido con la violencia de los adversarios en 1966, Pelé llegó a ser cuestionado por causa del fiasco de la selección brasilera en Inglaterra. Por eso, el Rey consideró no jugar el Mundial de 1970.
 
Pero terminó cediendo y se convirtió en la piedra fundamental de un equipo que, para muchos, todavía hoy sería difícil de ser vencido.
 
La victoria por 4 a 1 sobre Italia en la final, dio a Brasil el derecho de llevar la Copa Jules Rimet para casa definitivamente. Para delirio de los mexicanos y asombro de espectadores del mundo entero, que vieron la reluciente camiseta amarilla transformarse en ícono eterno de la magia del fútbol, Pelé compiló una verdadera antología de jugadas increíbles en su perfecta despedida de las competiciones internacionales.
 
Son innumerables los ejemplos de genialidad dados por el titular de la camiseta 10: la cabezada perfecta, en el rincón derecho del arco de Inglaterra, que selló la gloria eterna del arquero Gordon Banks, en aquella que es considerada la mayor defensa de todos los tiempos; el tiro dado de atrás de la línea del medio del campo frente a Checoslovaquia, para desesperar al arquero adversario, que vio la pelota salir por poco; el magistral drible sin tocar en la pelota sobre el arquero uruguayo Mazurkiewicz, en la jugada que sólo no terminó en gol para volverse todavía más mítica; y los cuatro tantos marcados por Edson Arantes do Nascimento, uno de ellos en la final contra Italia.
 
Pero sería injusto atribuir solamente a Pelé el encanto creado en campos mexicanos. El equipo formado por Félix; Carlos Alberto Torres, Brito, Piazza y Everaldo; Gerson y Clodoaldo; Pelé, Jairzinho, Tostão y Rivelino quedó para siempre en la memoria de cualquier amante de fútbol. El último gol marcado por Brasil en el Mundial de 1970, el cuarto delante de Italia en la decisión, muestra bien la belleza de aquella selección. La jugada tuvo la participación de siete jugadores y culminó en un pase milimétrico de Pelé para que el capitán Carlos Alberto Torres mandara la pelota a la red. En total, fueron seis victorias en seis juegos, con 19 goles marcados, siete de ellos de Jairzinho, que entró para la historia por haber marcado en todos los partidos del Mundial.

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