En Egipto, según escribe Jacques Benigne Bossuet, se llamaban a las bibliotecas «el tesoro de los remedios del alma»; porque- enfatiza el destacado clérigo e intelectual francés-, “En efecto, curábase en ellas de la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás”.
En República Dominicana, la lucha frontal contra el analfabetismo está dando sus frutos, junto al no menos colosal esfuerzo por lograr que el 4% del producto Interno Bruto (PIB), dedicado a la Educación en el país, y alcanzado tras largas batallas, refleje victorias que son más que imprescindibles en el desarrollo de la nación y para erradicar finalmente esa “enfermedad” contagiosa de la ignorancia.
Simultáneamente, los centros educativos intentan fortalecer la calidad de la enseñanza, para todo lo cual los educadores deben robustecer, entre otras aristas, sus conocimientos de la lengua, que desde hace varios lustros presenta cambios y transformaciones.
Allende los mares, la Academia Dominicana de la Lengua (ADL), se ocupa de que los criollos conozcan el nuevo Diccionario del español dominicano, con más de 11 mil vocablos nacionales, obra que será presentada en Miami, Puerto Rico y en Nueva York, donde residen numerosos dominicanos.
De manera que los naturales de la tierra quisqueyana podrán reconocer palabras que fueron empleadas por sus ancestros y que hoy están recogidas dentro del mencionado Diccionario. En verdad, se avanza para que la educación ocupe los escaños insustituibles del futuro.
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