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Kosovo: el fútbol después de las bombas

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Territorio de tantos dolores hace menos de dos décadas, ahora tiene un seleccionado que lo representa. Este mes recibió la autorización de la FIFA para disputar amistosos. El equipo es un mensaje más allá del campo de juego.
 
Ardian Gashi lo supo desde muy temprano: Gjakova, su ciudad, la de su nacimiento, la de su niñez, podía resultar un lugar hostil. Sus padres se lo explicaron en aquel 1989 que mucho se parecía al principio de la tragedia. En Kosovo, un mensaje anunciaba lo peor: en junio de ese año, ante más de un millón de serbios llegados desde cada rincón de la entonces República Socialista Federativa de Yugoslavia, el presidente Slobodan Milosevic pronunció el famoso Discurso de Gazimestán, una exaltación de los ideales serbios, en el contexto de la tensión con los kosovares. Esa arenga, pronunciada en pleno campo de una batalla sucedida seis siglos antes, resultó un punto de inflexión en la historia de esa región.
 
También un anticipo del horror. Inmediatamente, los Gashi abandonaron Kosovo. Ardian se transformó en un precoz refugiado en territorio noruego. Kyrksaeterora, un pueblito de dos mil habitantes entre las bellezas heladas de los fiordos, fue la escala inicial. Allí nació la voluntad: ser futbolista. Comenzó en el remoto KIL/Hemne y en 1998 dio un salto grande: lo contrató el Molde. Luego pasó por otros equipos escandinavos, fue campeón varias veces y llegó al seleccionado noruego. En ese equipo nacional lleva una década. Se destacó y hasta le dieron trato de celebridad. Pero cada vez que alguien le pregunta por su ilusión mayor en el fútbol, él responde con cinco palabras que lo trasladan a ese lugar del mundo que -de varias maneras- le arrancaron: «Sueño con jugar para Kosovo». Ardian está empezando a abrazar ese deseo postergado: con 32 años, fue el más veterano de los futbolistas kosovares que participaron del histórico encuentro frente a Haití, la semana pasada.
 
Eduardo Galeano lo expresó mientras la Guerra de Kosovo sucedía: «Donde dice: Daños colaterales, debe decir: Beneficios colaterales. (…) Los muertos civiles matados o por matar, que ahora se llaman daños colaterales, sabrán comprender. Ya el presidente Clinton había tenido la paciencia de explicar, en vísperas de esta guerra, de qué se trata este asunto de Kosovo: la estabilidad internacional es imprescindible ‘para desarrollar más fuertes relaciones económicas y nuestras posibilidades de vender en el mundo entero’. Ser policía del mundo rinde dinero, aunque cuesta caro: un sólo portaaviones, el portaaviones Eisenhower, con todas las armas que lleva encima, tiene un precio mayor que la suma de todos los presupuestos militares de Irak, Irán, Siria, Libia, Corea del Norte y Cuba». En ese rincón al este de Europa vivían tiempos de dolores y de horrores. También de fútbol imposible; de pelota ausente.
Pasaron quince años desde aquellas hostilidades. La ciudad de Mitrovica ya no escucha los ruidos de las bombas ni los gritos de las víctimas. Ahora es noticia por otra razón que -de algún modo- se parece a un mensaje de paz: el seleccionado de Kosovo disputó el pasado miércoles por primera vez un encuentro en el marco de una Fecha FIFA, recién autorizado por la entidad que rige el mundo del fútbol. La semana previa al partido frente a Haití ofreció un síntoma de la relevancia que para los kosovares tenía la cita: en cuatro horas se agotaron todas las entradas, unas 17.000. El 0 a 0 frente al seleccionado caribeño, número 79 del ranking mundial, poco tuvo de encanto en términos del juego. Pero su valor simbólico ofreció el carácter de una preciosa goleada de esas que se festejan por varios días y varias noches.
 
Es cierto, de todos modos, que la habilitación tiene varias restricciones: Kosovo no puede jugar partidos por competencias oficiales (como las Eliminatorias para la Eurocopa y/o para el Mundial) ni puede lucir su escudo ni se puede tocar su himno en el estadio. Tampoco puede enfrentar al seleccionado de Serbia. Sucede que la situación de Kosovo es motivo de controversia respecto de su estatus. Para el gobierno serbio es una provincia autónoma que le pertenece. Así lo señala en su propia constitución. Sin embargo, no administra ese territorio desde 1999. Los kosovares -en su mayoría de origen albanés- declararon su independencia en el invierno europeo de 2008. Estados Unidos y casi todos los integrantes de la Unión Europea apoyaron ese emprendimiento. Otros gigantes, como Rusia y China, no aceptaron esa decisión unilateral. Sin embargo, más allá de la tensión frecuente, hace casi un año sucedió un hito en la cuestión: Serbia y Kosovo establecieron relaciones diplomáticas por primera vez desde la Guerra de los Balcanes. Por estos días, el deporte más practicado parece ofrecer más indicios al respecto.
 
El fútbol en Kosovo, claro, siempre estuvo asociado a su situación geopolítica. Fue oficialmente parte de los seleccionados de Yugoslavia, de Serbia y Montenegro y de Serbia. Recién en 2008 se creó la Federación (FFK), que organiza las competiciones locales, pero que no cuenta con afiliación a la FIFA ni a la UEFA. Sin embargo, desde 2002 disputó algunos encuentros por fuera del ámbito oficial. Su primer partido, lógica pura, lo disputó frente a Albania. Tres años más tarde jugó ante el seleccionado regional de Sapmi. Luego, se presentó como visitante ante un combinado monegasco y frente a Arabia Saudita. En 2010, contra el Neuchatel Xamax, de la Liga de Suiza, tuvo su primera cita organizada por la FFK. Pero la reciente presentación ante Haití, con el aval de la FIFA, es el primer gran paso para el seleccionado kosovar, ese emisario sin bombas de las búsquedas de una nación.
 
No se trata, además, de un equipo sin capacidad de competencia. Lo escribió, entusiasmado, el periodista kosovar Bessarta Gashi, invitado por Brit Corner: «La estrategia de Kosovo consiste ahora en ser parte del fútbol europeo a través de partidos amistosos a la espera de una decisión definitiva y así lo cuenta mi compañero Vladimir Novakovic, uno de los profesionales mejor informados en Kosovo. No sólo el éxito de Januzaj en el Manchester United sino otros como Sheflki Kuqui en varios equipos Premier o Valon Behrami, del Nápoles, más el ex capitán del Marsella, Lorik Cana, ahora en la Lazio, presumen de nación y formarían un equipo bastante competitivo. Shaquiri en el Bayern, Xhaka en el Borussia Moenchengladbach e incluso el fútbol femenino con estrellas -Lira Bajramaj en la Bundesliga- hablan de la evolución de un lugar en auge sin capacidad para juntarse para disputar partidos oficiales. El 2014 puede ser nuestro año». Por lo pronto, ya en el primer trimestre, Kosovo se muestra en el gran escenario del fútbol. Nada menos.

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