Con mayor sentido patriótico, orgulloso y preocupado nos dejó el discurso del presidente Danilo Medina en la cumbre de la Comunidad de Naciones Latinoamericanas y del Caribe. Era necesario y fue también contundente, valiente y oportuno.
Nos aumenta la preocupación, porque para que un político de la flema del presidente Medina se pronuncie como lo hizo en la cumbre de la Comunidad de Naciones Latinoamericanas y del Caribe-CELAC en Cuba, con energía y al mismo tiempo tratando en todo momento de guardar la debida cortesía, es que lo se cose por debajo contra la República Dominicana es grande luego de la sentencia del Tribunal Constitucional.
No había que adivinarlo. El presidente dominicano no aguantó tanto irrespeto y desfachatez del mensajero-voluntario-primer ministro de la isla Saint Vincent y Granadinas, Ralph Gonzalvez. Se pasó y había que pararle el coche. Ahí lo detuvo en seco y con contundentes palabras el presidente Medina.
Nos preocupa el rumbo que ha estado tomando la reacción de los sectores que se solidarizan con Haití y que en determinado momento simulan también o han simulado en algún momento sentirlo por los dominicanos.
Que el autor de esta línea se preocupe no es gran cosa. Lo importante es que todos los dominicanos que apoyan o estén en contra de la sentencia encuentre algún punto en común: el razonamiento frio, sin emociones desbordadas que ayuden a guiar los esfuerzos para aliviar concretamente los efectos de esa sentencia, pero que no se acepten bajo ningún concepto las presiones para que se de vuelta atrás a esa disposición.
Aunque no lo dijo así y dijo más, el presidente Medina lo dejó claro para quien lo quiera oír: no renunciará a lo que dispone esa ley, y se busca un proceso de justo, expedito y amplio para que los hijos de indocumentados haitianos sean naturalizados como se hace en cualquier parte del mundo.
No obstante, deberemos aprendernos la lección: los países pequeños y pobres solo sirven para ser presionados o por otro grupo de pequeños países como Saint Vicente o por las naciones poderosas que lo hacen vía emisarios o con la discreción del arsenal de la diplomacia o sanciones económicas etc., etc.
Por lo general consiguen su objetivo y ahí es donde hay que defender la soberanía.
Los grandes medios de comunicación hispanos en los Estados Unidos se han hecho eco y lo siguen haciendo de las repercusiones de la sentencia 168.
Sin embargo han ignorado el discurso del presidente Medina. Nada extraño. A ellos les parece que es un pequeño altercado del mismo tamaño de los actores que intervienen. No les interesa, no les importamos a no ser que se hicieran realidad sus deseos morbosos de que las autoridades dominicanas se desbordaran y comenzaran a enviar de regreso a su territorio a miles de indocumentados haitianos. Pero no somos ni tan malos ni tan tontos.
El presidente dominicano lo expuso meridianamente: nadie ha hecho más por los haitianos que los dominicanos.
Pero no nos extrañemos tampoco: la mayoría de los haitianos de la diáspora no les importa. He estado observando desde cerca en el lugar donde trabajo los rostros y ojos de los pocos haitianos que han estado constantemente protestando por la disposición de las autoridades judiciales dominicanos.
Sus ojos están inyectados de sangre y odio, sus rostros lucen sombríos en su mayoría. Para ellos somos racistas y fascistas. Nos merecemos la misma suerte que sus dictaduras y desorden le han deparado desde su independencia. Para ellos,ahora somos malos, porque no queremos que el desorden y disolución que como pueblo ellos viven, nos toque.
Esto nos preocupa, porque aunque siempre hay y habrán dominicanos que sin pensarlo mucho se le desata un exabrupto racista y tajante, en el fondo la mayoría del pueblo dominicano, aunque le preocupa la masiva presencia haitiana por toda una historia de prejuicios ancestrales, nunca ha pensado en desatar una guerra o acciones crueles y represivas contra nuestras vecinos, porque las necesidades y pobreza donde se la encuentre es la misma y solo nos queda convivir como mejor podamos.
A partir del discurso del presidente Medina ante la Comunidad de Nacionales Latinoamericanas y del Caribe-CELAC, todos los dominicanos deberíamos unirnos detrás de las políticas que siga el gobierno dominicano para llevar a buen puerto este problema, porque de que nos están velando, nos están velando y hay que estar alerta para que no se cuele de nuevo otro tipo de intervención que mancille la maltratada soberanía nacional.
