¿Qué se consiguió y qué no en el encuentro entre las comisiones de República Dominicana y Haití, celebrada este martes en territorio haitiano, con el ministro de la Presidencia Gustavo Montalvo, y el primer ministro Laurent Lamothe, a la cabeza de las conversaciones, en las cuales muchos de los temas tratados son muy viejos en las relaciones; pero, lo importante es que se hayan sentado representantes de ambos países a dialogar, sobre todo en estos día álgidos y contrariados?.
Aunque la Comisión Mixta bilateral seguirá existiendo, lo cual justificaría su existencia en el futuro, desde ahora, periódicamente, habrá encuentros semanales, por lo que las áreas que involucran la voluntad de las dos partes se revelarán con creces. La formalización del comercio, sin obstáculos o prohibiciones; el tema de las aduanas y su regularización, en cuyo sentido República Dominicana se comprometió con asistir desde el punto de vista técnico y otros ángulos, a la vez que exigió un trato considerado de acuerdo al lugar que ocupa Haití como segundo socio comercial.
El tema migratorio, esencial en los análisis, aunque se decía al principio que no, obviamente jugó un papel vital, como se esperaba, y en la declaración conjunta Haití reconoció la independencia de República Dominicana para determinar su plan de regularización y diseñar su política migratoria. El documento reconoce y establece una aceptación implícita de los reclamos del estado haitiano por salvaguardar los derechos de quienes vivan aquí y sus descendientes, con un tratamiento que implica un compromiso humanitario con estudiantes y trabajadores temporeros.
Para algunos, sí se cumplieron expectativas de una agenda complicada, cuya atención internacional pesaba, además de la nacional. Nada fácil un camino que se ha enturbiado y que ahora intenta ser aplanado, gracias a la coherencia y contactos directos y entendibles propuestos, que deben colorear los próximos diálogos.
En los momentos iniciales del encuentro, el primer ministro de Haití afirmó: “Compartimos la misma isla. Estamos condenados a convivir y resolver los problemas comunes”. Más que una condena, podríamos calificar de una realidad territorial, que en el decir de Gustavo Montalvo intenta construir una relación de confianza “que permita trabajar juntos a favor del bienestar de ambos pueblos”.
El diálogo y sus frutos
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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