A favor y en contra, como suele suceder, han opinado dominicanas y dominicanos sobre la actitud asumida por el presidente Danilo Medina, al hablar durante la II Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del ALBA-TCP-Petrocaribe. Pero, lo cierto es que sin dejarse llevar por pasiones baldías, ni emociones emanadas de una u otra parte, el Presidente asumió esa actitud humilde que le caracteriza y que refleja, definitivamente, inteligencia y una búsqueda de entendimiento y equilibrio con Haití, el más importante socio comercial en la región y vecino del cual nos separa mínimamente una franja de tierra.
Para nadie es discutible que República Dominicana no puede dejar de pensar en Haití y el pasado e inolvidable terremoto del 12 de enero de 2010, puso sobre el tapete el humanismo y solidaridad de esta nación hacia aquella. Ahora, en la República Bolivariana de Venezuela, Medina agradeció a Nicolás Maduro y a su canciller, Elías Jaua, la posibilidad de reanudar un diálogo que hasta para los menos entendidos resulta indispensable e impostergable.
El mandatario dominicano subrayó lo que es una verdad irrefutable: ambos pueblos tienen que enfrentar los problemas del hambre y la pobreza; así como la integración, el crecimiento y el combate a la exclusión social.
En el encuentro, el presidente de la República de Haití, Michel Martelly, felicitó a Danilo Medina por su buena voluntad y disposición reiterada para que sus países puedan vivir en armonía y dijo estar también dispuesto a superar lo que calificó como “momentos sombríos”.
De Martelly fueron las frases: «Haití y República Dominicana están destinados a vivir juntos, nadie debería tratar de separarnos».
De manera que el juego en equipo está en forma, solo falta que sus protagonistas cumplan con voluntad y fortaleza cada requisito.
Adiós a “momentos sombríos”
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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