El tema de la corrupción pasa de año en año, como bandeja sobre mesa y no toma a nadie por sorpresa que la ONG alemana Transparencia Internacional (TI) publique en su edición de 2013, del ya tradicional Índice de Percepción de la Corrupción (CPI), que República Dominicana se encuentra entre los más corruptos del mundo, en el sitial 29, “clasificación en la cual el 0 (cero) significa sumamente corrupto y 100 muy transparente o inexistencia de percepción de corrupción”.
De manera que la corrupción sigue siendo enfermedad del siglo, cuyas terapias parecen ineficientes y cada día la frase de que se ha extendido de manera preocupante por la nación, parece eco insustituible de una realidad difícil de cambiar.
La posibilidad de que la situación se “enquiste y pueda erosionar las bases democráticas del Estado dominicano” pasa de comentario preocupante a realidad subyacente.
Para muchos, la concentración de poder en manos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), frente a una oposición inexistente y la especie de “anorexia” o indiferencia a lo que lamentablemente está a la vista de todos, alimenta cada día esta “cultura de la corrupción”.
Diputados de diversas bancadas demandan de las autoridades acciones concretas ante las denuncias de corrupción en las instituciones públicas, de las que se hacen eco organismos internacionales.
Para la diputada Esther Minyetti, por ejemplo, ya la corrupción es “historia patria”, pues todo el mundo sabe del desfalco que hubo en el Estado y cómo la justicia archivó los expedientes con los nombres de los corruptos.
Esta incoherencia de existir un mal, cuyos protagonistas no aparecen, sigue siendo el peor virus que infecta y propaga, sin esperanzas de cura…
Corrupción, como bandeja en mesa…
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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