Washington (EFE).- Los aspirantes a la Casa Blanca, el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain, confiaron su destino a estrategias distintas que han rendido resultados mejores para los demócratas a sólo unos días de la cita con las urnas.
Obama, que derrotó en las primarias a su rival demócrata la senadora Hillary Clinton, a base de un mensaje de cambio y esperanza y el uso de internet para movilizar votantes y voluntarios y recaudar dinero, perfeccionó su estrategia en el cuerpo a cuerpo con McCain tras asegurarse la candidatura en junio.
McCain, que logró la candidatura republicana en marzo sin grandes problemas, gracias a una imagen de conservador moderado e independiente acorde con el momento político, se concentró en ganar el ciclo informativo con el fin de que, el suyo, fuera el mensaje ganador.
El punto de inflexión para McCain se produjo, irónicamente, el 3 de junio, el mismo día en el que Obama aseguró la candidatura.
Esa noche, el republicano protagonizó uno de los momentos más patéticos de su campaña, al pronunciar ante unas 600 personas un discurso tachado de mediocre y soporífero por los medios y que contrastó con un entusiasta discurso de Obama ante unos 17.000 seguidores.
Steve Schmidt, un estratega que hasta entonces había asesorado informalmente a McCain, se puso en contacto con el senador para impedir lo que Schmidt anticipaba como un potencial desastre.
El asesor se hizo cargo del día a día de la campaña y él y su equipo empezaron a repetir dos ideas con precisión militar: Obama y su falta de experiencia son un gran riesgo, McCain está por encima de las luchas partidistas y pone al país por encima de todo.
La idea básica tras la estrategia de McCain fue la de ganar suficientes ciclos informativos como para dominar el discurso político y poner al rival a la ofensiva.
Michael Tomasky, editor de la edición digital para EEUU del diario británico The Guardian, dice a menudo que esta ha sido la campaña de "la operación sobre el terreno" versus la campaña "del ciclo informativo".
Por ganar el "ciclo informativo" los estrategas entienden dominar diariamente el discurso electoral.
El republicano apostó por anuncios llamativos y controvertidos y afirmaciones polémicas con las que ganar la atención a diario de las cadenas de televisión.
El tono negativo de la campaña funcionó en un primer momento pero perdió su impacto ante la intensificación de la crisis económica -que juega en contra de los republicanos en el poder- y el aparente hastío ciudadano con la campaña de desgaste.
Obama, por el contrario, decidió canalizar gran parte de sus energías hacia un esfuerzo masivo para registrar a nuevos votantes, entre ellos muchos jóvenes, en una estrategia que confía rinda plenos frutos el próximo 4 de noviembre, día de la cita electoral.
Jen O’Malley, directora de operaciones en los estados más reñidos de la contienda, alrededor de una docena, aseguró el viernes en una rueda de prensa telefónica que la campaña de Obama tiene 1,5 millones de voluntarios en todo el país, opera 770 oficinas y contacta a unos 400.000 votantes a diario.
Según O’Malley, los voluntarios y empleados de la campaña han hablado por teléfono o en persona con 12 millones de personas desde principios de septiembre.
McCain cuenta con una operación más reducida, tanto en número de voluntarios como oficinas.
El republicano se ha topado a lo largo de todo el camino con el agravante añadido de la impopular presidencia de George W. Bush, que le ha cortado las alas y se ha confabulado con la crisis económica.
Las encuestas auguran su derrota el martes, 4 de noviembre, aunque McCain y su equipo insisten en que la verdadera y única encuesta válida es la del día de las elecciones.
La campaña del republicano sostiene que si el senador logra ganar en Florida, Indiana, Misuri, Ohio, Carolina del Norte y Virginia, estados donde la batalla es reñida, podrían sellar la presidencia. Además, tendrían que asegurarse algún otro estado pequeño en el que Obama es ahora competitivo y, claro está, los estados sólidamente republicanos, en los que la victoria se da por hecha.
Las apuestas dicen que McCain lleva las de perder pero hasta el 4 de noviembre la suerte no está echada.