En la República Dominicana existen dos madrecitas que cuidan de este pueblo: Junto a la Virgen de la Altagracia, su protectora, está esta otra, la patrona, Virgen de las Mercedes, o de la Merced, a quien dominicanas y dominicanos rinden tributo cada 24 de septiembre.
Su título mariano se considera cercano a la fundación de la Orden religiosa de los mercedarios, aquel 10 de agosto de 1218, cuando gobernaba La Española Don Diego Gómez de Sandoval, aunque textos e investigaciones mencionan el terremoto que conmovió a Santo Domingo el 8 de septiembre de 1615, por alrededor de 40 días y que entonces fue fecha propicia para rendir culto a la Virgen. Luego, en 1740, por Real Cédula, la festividad se pasó para el 24 de septiembre.
La palabra Merced o Mercedes en el castellano del siglo XIII significa misericordia, que al pasar el tiempo pasó a ser nombre propio y quedó como Nuestra Señora de las Mercedes, “en honor de Nuestra Santísima Madre”; también se integra a las advocaciones de la Virgen María y en Metafísica Cristiana, la Virgen de las Mercedes es llamada “La Madre Mercedes”.
La fe mueve las almas, las impulsa y congrega. Esto es lo que sucede en la provincia de la Vega, a cuyo Santo Cerro llegan hombres y mujeres para honrar a la Virgen, cada 24 de septiembre. Allí, las plegarias brotan en las voces de los creyentes; la oración se hace eco común; los enfermos esperan curarse; en tanto que la madre ruega por el hijo preso y la muchacha hace votos por conocer al padre que nunca ha vuelto a ver…
Son muchas las peticiones y promesas a la Virgen. La liturgia abraza a las almas, pondera los nobles caminos de la salvación interna; impulsa a llegar a Dios a través de la Virgen, para librar el alma de las prisiones que le atan al sufrimiento y a los pesares de épocas nada fáciles: Que haya seguridad en las calles de la nación; que el narcotráfico acabe; que existan empleos para todos; que niñas y niños no tengan que trabajar, sino que ocupen un sitio digno en cada escuela; que los ancianos tengan un hogar; que las adolescentes no se embaracen; que no mueran las mujeres en el alumbramiento, que… Orar, rogar, pedir en nombre de la fe, como concede María, representada en la santísima madrecita de Las Mercedes, quien junto a su hijo, “es la imagen perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del Cosmos”.
¡Oh, Virgen de las Mercedes!
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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