La ruptura en la confianza entre Angela Merkel y Sigmar Gabriel se puede remontar a junio de 2010, cuando el líder de los socialdemócrata alemanes (SPD) filtró a la revista Der Spiegel un mensaje de texto confidencial que la canciller le envió.
Una furiosa Merkel rompió el contacto con Gabriel durante meses por la filtración del intercambio de mensajes, que se referían a la elección del candidato para la presidencia.
Los dos líderes terminaron por arreglar las cosas, pero el episodio sirvió para reforzar la opinión dentro de su equipo de que el presidente del SPD no era del todo fiable.
Merkel, hija de un discreto pastor protestante del este de Alemania, parece que logrará un tercer mandato en las elecciones del domingo, convirtiéndose en uno de los tres líderes de la posguerra en lograr esa hazaña, después de Helmut Kohl y Konrad Adenauer.
Sin embargo, existe una gran posibilidad de que Merkel se vea obligada a una incómoda «gran coalición» con Gabriel y el SPD.
Esta alianza entre los dos grandes partidos alemanes funcionó sorprendentemente bien en el primer mandato de Merkel entre 2005 y 2009.
No obstante, es probable que la segunda parte sea más tensa, en parte porque Gabriel es muy partidista pero también porque hay una profunda ambigüedad en su partido sobre unir fuerzas con su archirrival por segunda vez en una década. El SPD salió mal parado la última vez.
«Para Merkel, gobernar con el SPD será mucho más difícil esta vez», dijo Frank Decker, un analista político en la Universidad de Bonn.
«Desde el principio, el SPD estará pensando en las próximas elecciones de 2017. Esto puedo pesar mucho en la coalición», agregó.
Popular en casa por su control de la crisis de la zona euro, Merkel se enfrenta a grandes desafíos políticos si gana el domingo.
La canciller debe analizar un costoso y complejo cambio desde la energía nuclear a la renovable que ha desestabilizado a la industria alemana, conseguir que la crisis de la zona euro no estalle de nuevo y reformar una economía que ha mostrado capacidad de recuperación pero indicios de dirigirse hacia un abismo demográfico por el envejecimiento de la población.
En sus primeros dos mandatos Merkel tuvo buena suerte, aprovechando desde las controvertidas reformas laborales de su predecesor, el socialdemócrata Gerhard Schroder, a la promesa del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, de «hacer todo lo posible» para salvar el euro.
Pero su suerte podría llegar pronto a su fin en un nuevo mandato que se perfila como un campo minado.
Escasa mayoría
Si Merkel consigue su deseo el domingo y vuelve al poder con una coalición de centroderecha, es probable que solo cuente con una mayoría simple en la Cámara baja, y el dominio de la izquierda en la Cámara alta podría bloquear las principales iniciativas.
«Si Merkel logra una mayoría con la centroderecha es probable que sea por un margen más estrecho que antes», dijo Elga Bartsch de Morgan Stanley.
«Tendrá disidentes sobre los asuntos europeos. No sólo tendrá que confiar en la oposición en el Bundesrat (Cámara alta) sino posiblemente también en el Bundestag (Cámara baja)», agregó.
Otra amenaza proviene del nuevo partido antieuro, Alternativa para Alemania (AfD), que podría entrar en el Parlamento por primera vez, negando a Merkel una mayoría de centroderecha e intensificando las disputas sobre Europa de cara a las elecciones al Parlamento europeo de junio de 2014.
El auge de AfD llega en un momento delicado. El Tribunal Constitucional alemán está evaluando la legalidad del programa de compra de bonos de Draghi, Grecia y Portugal podrían necesitar pronto nuevos rescates y la UE está creando una ambiciosa unión bancaria que puede conllevar nuevas obligaciones para los contribuyentes alemanes.
«Si AfD entra en el Parlamento cambiará el debate sobre el euro en Alemania. Se hará más agudo», dijo a Reuters un colaborador cercano de Merkel pidiendo el anonimato.
