Washington.- La campaña presidencial de Estados Unidos está a punto de acabar, pero ya está claro que en lo que respecta a recaudación de fondos y a gastos ha sido la más cara y la más innovadora de la historia. Entre los dos principales candidatos, el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain, han recaudado cerca de mil millones de dólares.
La cifra es aún superior si se cuenta lo logrado por la docena de aspirantes que se quedó por el camino, incluida la senadora Hillary Clinton, que recaudó decenas de millones de dólares y logró 18 millones de votos en una primarias muy disputadas.
Tan sólo Obama ha recaudado en torno a los 750 millones de dólares, una cifra que ha batido todos los récords y que hubiera parecido imposible hace tan sólo un año.
En septiembre recaudó 150 millones de dólares, una cantidad que supera lo que recaudaron en 2004 los dos principales candidatos, el presidente George W. Bush y John Kerry, en la etapa final de la campaña.
Para conseguirlo, el aspirante a ser el primer presidente negro de EE.UU. expandió una estrategia que ya había apuntado en su día el fallido candidato demócrata Howard Dean en las elecciones de 2004: el uso de internet y el cultivo de los militantes de base más jóvenes y entusiastas.
Apelando que los simpatizantes contribuyeran con lo que pudieran, y aceptando donaciones de 5, 10 ó 25 dólares, la campaña consiguió captar más tres millones de donantes, 600.000 de ellos en septiembre, una cifra sin parangón.
Ello le permitió renunciar a la aportación de fondos públicos, 84 millones de dólares, para su campaña, lo que lo convirtió en el primer candidato que rechazaba esos fondos desde que empezó a aplicarse este sistema, en 1974.
Aceptar los fondos públicos limita la capacidad del candidato de recaudar dinero procedente de individuos y entidades privadas.
El paso le valió duras críticas de McCain, que sí aceptó esos fondos y le acusó de haberse echado atrás en sus promesas durante las primarias.
"Firmó un trozo de papel que decía que aceptaría los fondos públicos si yo lo hacía. Eso fue cuando parecía que tenía pocas posibilidades como candidato. No mantuvo su palabra", denunció McCain en el último debate que enfrentó a los candidatos, el 15 de octubre pasado.
Pese a las críticas, no parece que Obama tenga muchos motivos para arrepentirse de su decisión.
Su abrumadora ventaja económica sobre su rival le ha permitido sufragar una ingente operación sobre el terreno y de propaganda en numerosos estados, incluso en algunos donde sus posibilidades de triunfo eran escasas, mientras que McCain ha tenido que medir cuidadosamente sus inversiones.
En un alarde de medios, Obama se permitió esta semana el lujo de comprar media hora de espacio televisivo en varias de las principales cadenas estadounidenses en hora de máxima audiencia para emitir un publirreportaje sobre su campaña.
El gasto, aunque no se ha divulgado oficialmente, se calcula en cerca de cuatro millones de dólares.
Y no es sólo el publirreportaje. A mediados de octubre, según el Grupo para el Análisis de los Medios en la Campaña, Obama había gastado cerca de 195 millones de dólares en anuncios durante su carrera hacia la Casa Blanca, mientras que McCain y el Comité Nacional Republicano habían destinado 99 millones.
Los propios dirigentes de la campaña de McCain han venido a expresar su envidia por esta disponibilidad de fondos.
Según Steve Weissman, del Instituto para la Financiación de las Campañas, el éxito de Obama motivará "una desmotivación cada vez mayor" para usar el sistema de financiación pública, que se estableció para evitar que los candidatos dedicaran demasiado tiempo a la recaudación de fondos o fueran susceptibles a las donaciones de los intereses especiales.