Mucho se ha hablado en estos días de los 50 años que han transcurrido desde aquel discurso de Martin Luther King, ese pastor norteamericano de la iglesia bautista que logró el triunfo de los derechos civiles para los afroamericanos, y gracias a cuyas energías, el legado de la igualdad tomó forma humana en medio de humillantes e inconcebibles segregaciones. Muchas películas y libros hablan de ese sur donde nació la música que conmueve y atraviesa el alma por el dolor de lo inexplicable.
Aquel mensaje cruzó fronteras e idiomas y todavía guarda vigencia: “I have a dream”; “Yo tengo un sueño”, afirmó Luther King y si bien hubo ecos de campanas en más de cien iglesias, escuelas y monumentos históricos de la tierra estadounidense, con un sentido homenaje al activista que entonces, frente al monumento de Abraham Lincoln citó la patriótica canción «My Country ‘tis de Thee», e imploró a la audiencia que dejasen «sonar las campanas de la libertad», muchos sueños siguen vagando en promesas y proyectos que no llegan a fraguarse.
El gran hombre habló así: “Sueño con que un día incluso el Estado de Mississippi se transformará en un oasis de libertad y justicia. Yo sueño con que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel, sino por el contenido de su personalidad… Este será el día en que todos los hijos de Dios podrán cantar juntos: Mi país es de Dios, dejen que suene la campana de la libertad”.
Aun está pendiente que “… todos los hijos de Dios, los blancos y los negros, los judíos y los gentiles, los protestantes y los católicos”, se tomen de la mano y canten…Aun persisten aires de guerras; incomprensiones hacia inmigrantes que, en definitiva, constituyen parte de una nación y como que los grandes pensamientos son para todos y todas, habría que preguntarse cuántos sueños dominicanos deambulan por las calles, truncados en menores con drogas, niñas embarazadas y ancianos abandonados. Todavía hay que preguntarse cuándo se cumplirán los sueños que hace medio siglo enarboló Martin Luther King.
Los sueños pendientes…
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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