La paradoja existente entre el número de gestantes que reciben atención médica durante el embarazo y la alta tasa de de mortalidad infantil, de 29 por cada mil nacidos vivos, hace reflexionar a dominicanas y dominicanos, especialistas o no, en un tema tan sensible para toda la población.
Se plantea que el porcentaje de embarazos sin asistencia del personal médico ha mermado durante los últimos veinte años; que es elevada la proporción de casos (91,6%) en la asistencia prenatal.
Sin embargo, las mismas estadísticas hablan de un 4% de esas mujeres, que no son bien atendidas; o lo que es igual, el médico apenas las toca y percibe cómo se hallan en realidad.
Muestran los datos en cuestión que dicha atención varía según las regiones y que el mayor por ciento de las más afectadas incluye a mujeres analfabetas.
Otro elemento fatal que se añade es el de las embarazadas con alto riesgo obstétrico, sobre todo de 40 años en adelante. Alrededor de un 80% de estas madres tienen sus hijos fuera de un centro asistencial.
Todo lo anterior se refleja en el Informe Situación de la Niñez en la República Dominicana: Tendencias 1986-2006, realizado por los profesores Francisco Cáceres Ureña y Antonio Morillo Pérez y avalado por encuestas de ENHOGAR, ENDESA y la Encuesta Nacional de Trabajo de abril de 2006.
De manera que, pese a mejorar la cobertura nacional de los partos bajo la mirada de un facultativo, falla la atención en dichos centros asistenciales.
Se habla entonces de edad de la madre, nivel educacional o carencia de instrucción alguna e indiferencia y mal seguimiento a casos que deben mantener una atención permanente hasta el momento mismo del alumbramiento. Todo ello se revierte, tristemente, en la elevada cifra de muertes maternas y de recién nacidos que mantiene la República Dominicana.
