El océano irradia un color azul turquesa brillante como su tuviese reflectores debajo de la superficie. Un oleaje suave golpea la arena, sin apuro por llegar hasta las idílicas palmeras.
Esa vista podría ser disfrutada desde cientos de residencias de lujo, pero no hay huéspedes. Tampoco hay techos. Afuera hay prolijas pilas de tejas rojas. El viento sacude las puertas y los papeles de diario que cubren las ventanas.
La construcción del centro de vacaciones Cap Cana, un complejo que incluye decenas de hoteles, tres campos de golf y un embarcadero, es víctima de la crisis financiera mundial, la cual se ha hecho sentir con particular fuerza en la industria turística del Caribe.
Cap Cana despidió a 500 empleados el mes pasado, luego de que Lehman Brothers se declaró en bancarrota y no pudo conseguir un préstamo de 250 millones de dólares. Las conversaciones para renegociar un préstamo de 100 millones de dólares a corto plazo fueron suspendidas la semana pasada y se anticipan más despidos.
"Nuestro proyecto está siendo afectado por el tsumani económico que ha paralizado los mercados financieros mundiales", declaró el presidente de Cap Cana Ricardo Hazoury.
También se han suspendido los trabajos en el complejo Ritz-Carlton de Molasses Reef en las islas Caicos, donde 60 trabajadores chinos se rebelaron el mes pasado y exigieron el pago de sueldos atrasados. Unos 160 empleados fueron enviados de regreso a China y no está claro si se completará la construcción de un hotel, un embarcadero y un condominio.
Se ha completado tres cuartas partes de las obras.
Este mes, el enorme complejo Atlantis de las Bahamas despidió a 800 trabajadores ante la escasez de huéspedes que tenía. Baha Mar Resorts despidió a 40 empleados de su Sheraton Resort y a otros 40 en el Wyndham Nassau Resort.
"Estoy en este negocio desde hace 38 años. Vi el impacto de la Guerra del Golfo. El de la recesión de los años 80. Desde ya, lo del 11 de septiembre", comentó Robert Sands, vicepresidente de asuntos del exterior de Baha Mar. "Pero nunca hubo nada de una naturaleza global, lo que hace que la actual situación financiera resulte mucho más alarmante".
En Puerto Rico, el Caribe Hilton despidió a más de 50 empleados este mes debido al alza en los costos y la escasez de huéspedes. Es la primera vez que el hotel despide gente desde los ataques del 11 de septiembre del 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono, según el gerente general José Campo.
"Lo que me preocupa es que esto va a durar más tiempo", expresó. "Estamos lanzando una campaña publicitaria, pero la situación es inquietante". Se espera que la temporada de fiestas, habitualmente muy intensa, sea esta vez más tranquila.
"Hay espacio para las fiestas y después también", declaró Alec Sanguinetti, presidente de la Asociación Caribeña de Hoteles y Turismo. "Esta es la época en que generalmente los hoteles se llenan y la gente busca cualquier lugar donde haya cupo".
Los empleados están buscando trabajo fuera de la industria turística. Muchos fueron enviados de vuelta a casa. Víctor Felipe Feliz, de 24 años, ha estado apelando a su tarjeta de crédito para comprar comida para sus hijos desde que perdió su trabajo en la construcción el mes pasado en Cap Cana.
"Necesito trabajar para poder comprar pañales y alimentos", manifestó. "Desde hace un par de meses que no compro ropa. No tengo dinero para nada".
Cap Cana planea despedir otros mil empleados en los próximos meses, según un portavoz de la empresa que pidió no ser identificado porque no está autorizado a suministrar información. El presidente de la firma, Hazoury, no obstante, dice que espera que el proyecto siga adelante.
El complejo de 130 kilómetros cuadrados (50 millas cuadradas) se encuentra en el extremo oriental de la República Dominicana, en medio de una densa selva. Entre los socios del proyecto figuran Deutsche Bank, la Trump Organization la Ritz Carlton Hotel Company. Cap Cana funciona como una verdadera ciudad, más que como un complejo privado.
Genera su propia electricidad y su propia agua, y cuenta con cuatro hoteles de lujo, cientos de villas y condominios, tres campos de golf, un embarcadero exclusivo para yates grandes y una escuela que comenzó a funcionar hace dos años.
Una propiedad, el Trump Farallón Estates, está construida sobre rocas en cuyas cuevas algunas vez se refugiaron los indios taínos. Algunas de las villas y hoteles están habitadas, pero la mayoría se encuentran en construcción.
"Llegamos a tener un montón de trabajadores, albañiles, plomeros, electricistas", comentó Wilkin Cuevamato, quien fue despedido y encontró trabajo en otra propiedad dentro del complejo de Cap Cana. "La mayoría se fueron".
La crisis afectó también a las aerolíneas. American Airlines, la principal aerolínea de Puerto Rico, eliminó el 44% de sus vuelos y otras empresas aéreas tratan de llenar el vacío.
Algunos hoteles están ofreciendo tarifas bajas, de último momento. Scott Berman, asesor de cuestiones turísticas de la empresa Pricewaterhouse Coopers de Miami, dice que el panorama para las fiestas no es nada halagador. "Se puede decir que el 2009 va a ser un año duro", manifestó.
Costará mucho conseguir dinero para financiar nuevos proyectos en medio de la crisis financiera. Un informe de las Naciones Unidas pronostica que la financiación de proyectos en la región será limitada y que, lo poco que se consiga, será con intereses altos.
Pero algunos son optimistas. En septiembre, cuando la crisis financiera cobraba fuerza, Hilton Hotels anunció que planea construir 17 hoteles en el Caribe, donde ya tiene 13.
"Analizamos la región", dijo Gregory Rockett, quien supervisa la expansión. "Tenemos mucha confianza en que en los próximos cinco años lograremos ese objetivo".