La colega Teresa Valdés resume que “un grito, el empujón, el golpe y hasta el silencio constituyen símbolos incuestionables de la violencia”.
En la República Dominicana, la implementación de leyes destinadas a la defensa de la mujer ha estado plagada de distorsiones que la han convertido en un instrumento que ha minimizado el problema y convertido a un buen número de féminas en vulnerables ante ataques que, lamentablemente, a veces concluyen con la propia vida.
Periodistas del mundo entero se han unido en esta decisión de impedir que la violencia sea causa, como lo ha sido y es, de tantas muertes en el mundo y, particularmente en esta nación
En Argentina, por ejemplo, desde hace algún tiempo, los comunicador@s consideraron que “la violencia de género es un delito -en tanto y en cuanto constituye una”conducta antijurídica que debe ser prevenida y sancionada-, un problema social, un atentado contra el derecho a la vida, la dignidad, la integración física y psíquica de las mujeres y una cuestión concerniente a la defensa de los derechos humanos”. En tal sentido, crearon “el primer decálogo para el tratamiento periodístico de la violencia contra la mujer con el objetivo de aportar elementos que promuevan una comunicación no sexista”.
En el país, tal y como se ha publicado en estas mismas páginas de DominicanosHoy, a “los jueces que trabajan con la violencia de género y sexual le falta sensibilidad y capacitación, según un estudio sobre violencia intrafamiliar, que también indica que los juzgados de Instrucción se han convertido en un cuello de botella para el tratamiento de estos casos”.
Y aunque las autoridades refieren una disminución de víctimas en 2007, con relación a 2006, y se espera que en 2008 sea menor, aún son insuficientes las armas con que cuenta la nación para luchar en los terrenos de violencia intrafamiliar, violencia de género y delitos sexuales
Será a través de protocolos e integración de medidas fiscales, u otras formas más, incluyendo esta válida iniciativa de los periodistas argentinos, pero algo muy fuerte debe detener, de una vez y por todas, el monstruo del feminicidio y lograr en todo el país que se trabaje “por la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres, la recuperación de la memoria histórica de las mujeres y por espacios políticos de construcción colectiva”.