Las familias dominicanas esperan en cada celebración de la Semana Santa el Sermón de las Siete Palabras, mediante el cual la iglesia emite su rosario de críticas, y a través de liturgia y realidad, ponen de manifiesto los principales males que afectan a la sociedad.
Las interpretaciones del Sermón de las Siete Palabras son recurrentes a Jesús, quien en tiempos lejanos enfrentó los “despilfarros de los bienes del Estado, las bajezas en la práctica de la política” y la manera en que los pobres son cada vez más pobres, en franca incongruencia con quienes incrementan sus riquezas sobre los hombros de la mayoría.
Los voceros de la Iglesia hablan cada Viernes Santo, para recordar que la “experiencia del sufrimiento y de la cruz marca la humanidad, marca incluso la familia” y hace el camino fatigoso y difícil: “agravado por la precariedad del trabajo y por otros efectos negativos de la crisis económica”.
Los sacerdotes conjugan los contenidos de las palabras de Jesús, para dejar plasmadas a través de ellas el alto grado de proliferación que han alcanzado en el país el narcotráfico, la corrupción, la violencia, el consumismo y el martirio que sufre una gran parte de la sociedad.
Tal vez muchos estén recordando con fuerzas ese grito de Jesús en la cruz:”Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?, que se siente, como señalan los religiosos en su discurso: en los padres sin trabajo, en los hijos que lloran de hambre y en las madres solteras que deambulan por la República Dominicana sin horizontes…
Habrá que dedicar suma atención al Sermón de las Siete Palabras, porque de muchas maneras develan realidades incuestionables que aún pueden ser mejoradas en esta nación bendecida por Dios a pesar de todo.
Palabras acusadoras
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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