Los problemas del agua y la seguridad alimentaria y nutricional son directamente proporcionales y es esta la razón por la cual la Asamblea General de las Naciones Unidas consignó el 22 de diciembre de 1993 la resolución mediante la cual definía el 22 de marzo de cada año como Día Mundial del Agua.
Se trata de reflexionar acerca de los mil millones de personas hambrientas y unos 800 millones sin acceso a fuentes seguras del preciado líquido, por lo que el mensaje de este año se suscribe al tema «Cooperación en la Esfera del Agua», lo cual significa contribuir con la alimentación, la nutrición; que esencialmente, requiere, como se ha repetido una y otra vez, «un uso sostenible de nuestro recurso más agotable…».
Habrá que dirigir el pensamiento de manera más abierta al proceso de la agricultura (mayor consumidor por excelencia), y a todo el derroche que ocasiona la carencia de normas de ahorro y correcto empleo del valioso líquido que utilizamos con sabiduría «o fracasaremos en la lucha por acabar con el hambre y abriremos las puertas a otros males, como la sequía, la hambruna y la inestabilidad política», afirma el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien ha sellado esa frase célebre que reza así:
“Uno de los problemas más alarmantes que encara el mundo de hoy es conseguir suficiente agua potable para todos los habitantes del planeta. Con demasiada frecuencia, donde hace falta agua, lo que hay son armas”.
Todo tiene que ver con el agua: el cambio climático y su impacto, así como los desafíos que “aumentan la competencia entre comunidades y países en busca de recursos hídricos y agravan viejos dilemas de seguridad y atentan contra los logros en materia del derecho a los alimentos, el agua y la salud».
La celebración del Día Internacional del Agua es, más que una fecha, un pretexto inapelable de reflexión que reta a la muerte: del planeta, de todos y todas.
Día del agua
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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