Este miércoles, 27 de Febrero, se conmemora el 169 aniversario de nuestra independencia, cuya preservación descansa en los hombros de quienes nos sentimos compromisarios con el ideal trinitario que nos legaron los fundadores de la nacionalidad dominicana.
Es la nuestra una seria responsabilidad que debemos asumir hasta agotar nuestro último hálito de vida, sin importarnos que negros nubarrones de dejadez patriótica se ciernan sobre los cielos de la República en momentos en que las ambiciones y los mas espurios deseos amenazan con hacer aguas en la frágil embarcación de los destinos nacionales.
Por eso, es conveniente comprobar la vigencia del pensamiento duartiano cuando expresa que «No somos más que unos ambiciosos que independizamos nuestro pueblo por ambición y no tuvimos talento para hacer nuestra la riqueza ajena; mientras que ellos (los orcopolitas), son los hombres honrados y virtuosos pues han tenido la habilidad de hacerlo todo, hasta llamar al extranjero; muestra inequívoca de lo muy amados que serán por la justicia con que han procedido y procederán para con Dios y la Patria y la Libertad del Dominicano».
A todo lo largo y ancho de los años transcurridos desde la independencia hasta nuestros días, hemos visto desfilar por los escenarios de la nación a diversos actores del reparto político, económico, social y de cualquier otra índole que con su accionar han influido para bien o negativamente en nuestro perfil ciudadano y en nuestra idiosincrasia.
Creemos con toda firmeza que el pueblo dominicano junto al liderazgo nacional, lo que incluye a las principales figuras de todos los partidos políticos, están en el ineludible deber de abandonar sus apetencias de todo tipo y reflexionar con toda madurez hasta llegar a la conclusión de que la patria está por encima de los partidarismos, egoísmos y demás ismos que impiden que el país salga del atolladero en que se encuentra sumido, como consecuencia de los malos manejos de las arcas nacionales en que han incurrido casi todas sus administraciones, amén de la crisis global que ha extendido sus inevitables tentáculos hacia nuestras playas.
La causa dominicana es y seguirá siendo la causa de América, la que enarbolaron Bolívar, Sucre, San Martín, Morazán, Hidalgo, Louverture, Betances, Martí, Duarte y otros prohombres de este continente de la esperanza que sigue contemplando el devenir con halos positivos, aunque este se desvanezca en humaredas de ilusiones tercermundistas, que solo adquirirán solidez cuando nos apoyemos en el báculo de una verdadera unidad de nuestros pueblos, tal como lo soñaron nuestros ancestros libertarios.
Por eso, en este 27 de febrero de 2013, a l69 años de la gesta patriótica forjadora de nuestro gentilicio, invocamos a las autoridades de nuestro país para que nos independicemos de las rémoras de todo tipo que impiden nuestro avance como nación. En cuanto a los dominicanos de la diáspora, no permitamos que nada ni nadie nos haga bajar la cabeza bajo el cañoneo de los prejuicios de aquellos antidominicanos sin conciencia que viven buscándoles manchas al sol. Dominicano, levanta la frente, pronuncia DIOS, PATRIA Y LIBERTAD Y QUE VIVA LA REPUBLICA DOMINICANA.
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