Las noticias de esta jornada nos alertan de las consecuencias del calentamiento global que afecta a nuestro planeta y de la vulnerabilidad de la población, donde se incluyen el hambre, la desigualdad social, la pobreza, las limitaciones ambientales y la discriminación de género y sexo.
Los datos publicados son contundentes. Desde el meteorito que cayó en Rusia liberó una energía de 500 kilotones, al contacto con la atmósfera terrestre, equivalentes a 30 veces el tamaño de la bomba nuclear que lanzó Estados Unidos en Hiroshima, en 1945. http://www.nasa.gov/mission_pages/
Se escuchan las alertas de tsunamis tras los sismos. Se suman las víctimas mortales en Alaska, Islas Salomón, Chile y Haití donde la pobreza multiplicó las víctimas, mientras Japón, como país desarrollado se recupera de los daños a pesar de padecer frecuentes temblores de tierra de variable intensidad.
En Ecos de la Costa se publicó la reciente exhalación del 15 de febrero del volcán de Fuego de Colima, con la expulsión de material incandescente que hizo visible la columna de cenizas, cuarta explosión del año, precedida por las acaecidas el 6 de enero, la segunda el 11 y la ocurrida el 29 de enero, después de 18 meses de calma.
Los fenómenos naturales, terremotos, erupciones, tsunamis, tormentas, ciclones, tornados, entre otros, no son los causantes de los desastres. Los desastres son parte del proceso social y político que se propician desde antes, por las condiciones y limitaciones económicas asociadas a las inequidad y desigualdad. por tanto, deben estudiarse para prevenir y mitigar esas pérdidas humanas y materiales, afirmó el maestro Juan Carlos Gavilanes investigador de la Universidad de Colima, en la conferencia El rol de género en los desastres auspiciada por la Dirección General de Recursos Humanos de la Secretaria de Finanzas y Administración y el Instituto Colimense de las Mujeres ICM.
Argumentó que la definición de emergencias y desastres considera el daño de pérdidas humanas, de sus bienes y medio ambiente. El profesor Juan C Gavilanes Ruíz analizó los procesos sociales para disminuir los riesgos así como la respuesta ante las amenazas naturales y señaló que, todas las personas son vulnerables a las situaciones de emergencias, y requieren de la atención priorizada con acciones preventivas y de preparación.
En su experiencia internacional durante intercambios académicos y cursos de vulcanología y de gestión de riesgos, fundamenta la necesidad de asumir las condiciones de género en situaciones de emergencia, pues los hombres y las mujeres responden de manera diferenciada a estas contingencias, tanto en la evacuación como en la recuperación de los daños. Las mujeres perciben las emergencias de manera más grave que los hombres, mientras que los varones se comportan de manera más arriesgada.
En los planes de respuesta para fijar la definición de rutas de evacuación, organización y logística al interior de los establecimientos educacionales o albergues, se requiere definir los roles, flexibilizar funciones de acuerdo a las diferentes características que presentan mujeres y hombres, jóvenes, niños y niñas, personas de la tercera edad y eliminar los prejuicios sexistas.
La experiencia chilena demuestra que los Comités comunitarios de protección civil o los comités de seguridad, estén representados paritariamente por hombres y mujeres, lo que enriquece los puntos de vista y reduce los riesgos en los desastres al proteger la vida aplicando un adecuado enfoque de género ante una catástrofe natural.
*Maestra en Ciencias de la Comunicación
Aniversario 60 de la ACPE