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El presidente habló

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Quizás las expectativas quedaron muy por debajo. Tal vez no era justo, desde el punto de vista individual, concentrar energías en aquello que no puede dar, al menos por ahora, muchos más frutos. Algo así como retorcer el cuello del ave moribunda.

Se necesitan algo más que palabras, frases alentadoras o discursos prometedores. La República Dominicana requiere de “huidas” hacia sí misma, encuentros con sus orígenes: no “revisionismos”; pero, si concentrar fuerzas en su propia historia y respirar la emoción de lo que fuimos y lo que somos.

Ya se va 2008 y el que llega como período empleado por los seres humanos para medir las acciones cotidianas y programar ciclos de crecimiento, no parece ser un año de consolaciones.

No son estos tiempos de ceremonias. Algunos calificaron de antemano el discurso de Leonel Fernández como quien hace la autopsia a un muerto. Pero, si se toman los buenos ejemplos, o se analizan las iniciativas de quienes transitan caminos semejantes a los nuestros, pueden preverse medidas, no de recuperación inmediata, porque sería extrema la utopía; pero si de enfrentamiento a temas tan convulsos como el narcotráfico y su hija mayor, la violencia que arropa la sociedad en que vivimos.

Por todo esto y más se esperó el discurso del presidente. Ahora, la mayoría retorna a su sitio, como la noche de San Juan, cuando todos compartieron su pan y volvió el rico a su riqueza y el pobre a su pobreza.

Dominicanas y dominicanos merecemos un compromiso mejor para su futuro mediato, ya que el inmediato está perneado de una crisis que atormenta en general, aunque en verdad, hasta para los menos entendidos está claro que no significa la carencia de, si no la falta de equidad.

De todos modos, hay que aquilatar la nobleza de un pueblo que esperaba aún, que su presidente hablara.

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