El país conmemora el 52 aniversario del asesinato de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal por la dictadura trujillista y si bien han tenido lugar actividades durante estos días, el tributo mayor debe ser el compromiso de la sociedad en pleno, con sus correspondientes instituciones, organismos y Gobierno por el cumplimiento de esas leyes que deben impedir definitivamente que la violencia contra la mujer prosiga en República Dominicana.
De hecho, constituye un merecido tributo a la memoria de las Hermanas Mirabal y a la lucha contra la violencia hacia la mujer, que la Asamblea General de la ONU adoptara en 1999, la Resolución 54-134, que instituye el 25 de noviembre, fecha en que fueron asesinadas las Muchachas de Salcedo, como Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.
No hay duda de que en el país se han acrecentado las acciones en favor de la «igualdad, el empoderamiento y el respeto mundial» de la mujer; pero, debe servir este aniversario y la fecha para reactivar acciones en la lucha contra la violencia de género, sobre todo aquí, en la tierra dominicana, que este año refleja resultados espeluznantes en materia de feminicidios, unas 163 muertes hasta la fecha, que pudieron impedirse.
Son resaltables las certeras palabras de la ministra de la Mujer, Alejandrina Germán, quien sostuvo que las mujeres están asumiendo una posición en la sociedad que muchos aún no han entendido y que por esa razón es que se debe educar en las casas, a fin de propiciar un cambio en los varones, aclarando que que no se trata de cambiar “machismo por feminismo”, sino por igualdad.
Tiene razón la coordinadora general del Centro de Estudio de Género del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), Lourdes Contreras, cuando afirma que no es sólo la gripe, o el dengue lo que afecta como epidemia a la República Dominicana; también asume esta denominación la violencia contra las mujeres.
Aun deben aumentarse las medidas conjuntas dirigidas a colocar la construcción socio-cultural de la masculinidad en el debate, desde el ámbito académico y desde la perspectiva del desarrollo, como ha apuntado Contreras; además de la “sensibilización, capacitación, y formación dirigidas a la superación de los comportamientos agresores en hombres que han sido sometidos por violencia contra las mujeres o abuso infantil”.
No podemos iniciar otro año de este siglo XXI, enterrando mujeres y dejando a los menores huérfanos en hogares dominicanos.