Quienes presenciaron la escena la catalogan como “espectáculo de mal gusto”, en la medida que una figura como Leonel Fernández, expresidente de la República, cuya situación quedó en muy “mal estado” tras la entrega del poder a Danilo Medina, a quien dejó un déficit fiscal de más de 187 mil millones de pesos, utilice como recurso para defender su imagen ante el país y el mundo, un encuentro con personas con una trayectoria de luchas por sus comunidades.
Ángel Sosa, llamado “el peregrino de Dajabón”, y Jacinto de los Santos, “el peregrino de Hato Mayor”, parecieron intentar limpiar esa estela de deterioro que en estos días ha sufrido Fernández, sobre todo cuando la sociedad ha sentido sobre sí las cargas deficitarias dejadas por él y sus acólitos.
Fue un gran contraste ese encuentro de un exmandatario vestido con impecable traje de alta costura y los dos humildes ciudadanos, sudados, malvestidos y, sin duda, cansados y malnutridos, intentando jugar un errado papel de “jueces” que descargaban las culpas del exjefe de Estado.
Lamentablemente, las actuaciones de un pueblo irritado, que tendrá que pagar una reforma fiscal inducida por el Gobierno pasado que, aparentemente mal usó los dineros del pueblo, no califican a favor del expresidente Leonel Fernández.