La debilidad Humana
Diálogo imaginario con el sacerdote Juan Luis Lorda
Néstor: En realidad, se podría resumir toda esa lucha contra la debilidad en un solo principio: Exigirse mucho.
Lorda: Tratarse duro. No con la dureza irracional de un loco o de masoquista, sino con la dureza racional, deliberada, estudiada, equilibrada con la que se trata un deportista profesional que quiere llegar a vencer, mantenerse en forma, en tensión entrenarse constantemente. Una lucha constante, pero serena, amable y simpática como es la deportiva.
De este modo se consigue la costumbre de vencerse: de vencer las pasiones desordenadas, de vencer la pereza y de vencer la presión social. Estas costumbres establece: de vencerse en los tres aspectos de la debilidad, son lo que hemos llamado virtudes: educan los sentimientos, protegen la libertad y nos ayudan a obrar bien. Las virtudes dan eficacia y belleza a la vida y hacen al hombre bueno.
Las virtudes o costumbres que llevan a moderar el excesivo atractivo de los bienes se reúnen en la TEMPLANZA. Templanza viene de templar: que significa dar temple, textura, equilibrio, severidad. Y efectivamente es esto lo que se logra cuando se pone orden en el mundo de los sentimientos y deseos: dentro de la templanza, se llama sobriedad al saber medirse en la comida y la bebida; y castidad al saber controlar el deseo de placer sexual.
Todo necesita que le llegue la MEDIDA DE LA RAZON para ser verdaderamente humano. Ningún bien es bueno si no pasa por ahí, si no recibe de la razón su medida, su forma y su momento.
La virtud que lleva a vencer las dificultades tanto interiores- de la pereza-como exteriores-del ambiente-se llama FORTALEZA. Es la capacidad de exigirse para afrontar las dificultades y soportarlas, cuando se trata de vencer la pereza se le llama FUERZA DE VOLUNTAD; y cuando se trata de vencer la coacción externa, el miedo al ridículo o la timidez, se le llama VALENTÍA. El poeta Max Jacob señala que “la fortaleza es la base de todas las virtudes”. Es una de las virtudes más útiles. EL CORAJE conduce a todo, a la excelencia, al logro material, a la santidad, a la inteligencia. No solo en las grandes circunstancias se puede mostrar coraje. Hace falta coraje para levantarse, vestirse, ser limpio, perseverante en la introspección, aplicarse a su trabajo. Coraje para ser bueno, paciente, celoso, caritativo, y evitar lo que desagrada a Dios.
La lucha fundamental de la vida moral consiste en llegar a descubrir y amar los bienes más altos. Como son tan hermosos, en la medida en que se descubren, enamoran y ésta es la fuerza que permite extraer y aprovechar todas las energías de la libertad. Continuaremos.
El autor es vicealmirante retirado de la Marina de Guerra.
Moral-El arte de vivir (XXII)
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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