Chicago (EEUU).- El presidente de EEUU, Barack Obama, que ha recibido el respaldo de la mayoría de estadounidenses para un segundo mandato, tendrá que unir ahora a un país enormemente dividido tras la larga, amarga y costosa campaña por la Casa Blanca.
El presidente reconoció durante su discurso de la victoria en el centro de convenciones McCormick Place de Chicago la noche del martes que le queda «trabajo por delante» para los próximos cuatro años.
En la lista de tareas pendientes, destacó la reducción del desorbitado déficit del país, la reforma del sistema tributario, la aprobación de una reforma migratoria y el final de la dependencia del petróleo extranjero.
No se olvidó tampoco de la necesidad de crear empleos en una economía renqueante y de poner en marcha medidas que ofrezcan oportunidades a la clase media, de la que se alzó en paladín durante su reñida pugna por la presidencia con el republicano Mitt Romney.
Pero el tema en torno al que articuló su discurso, y el hilo conductor de una noche en la que estuvo arropado por una audiencia fiel y entusiasta, fue la necesidad de una mayor unidad en el país.
«Esta noche, más de 200 años después de que una excolonia ganase el derecho a determinar su propio destino, la tarea de perfeccionar nuestra unión nos impulsa hacia adelante», dijo en el arranque de su discurso.
Al pueblo estadounidense, que enarbola la bandera del individualismo, le recordó que lo que permitió al país superar los momentos difíciles fue la convicción de que «aunque cada uno persiga sus sueños individuales» hay una familia estadounidense «que triunfa o fracasa junta, como una nación y como un pueblo».
La polarización que vive el país entre republicanos y demócratas se profundizó durante la reciente campaña presidencial, en la que tanto Obama como Romney se encargaron de subrayar sus diferentes visiones para el futuro del país.
Incidentes como el protagonizado por Romney durante un acto privado de recaudación de fondos en el que dijo, sin saber que estaba siendo grabado, que el 47% de los estadounidenses son unos parásitos sociales que viven del Gobierno ilustran la lucha entre esos dos mundos.
Obama acentuó también en sus discursos la distinción entre «nosotros», la clase media, y «ellos», los ricos y privilegiados como Romney.
La propia radiografía de las coaliciones electorales de Obama y Romney es otra muestra de división.
Si Obama contó con el apoyo mayoritario de hispanos, afroamericanos, mujeres y jóvenes, Romney se ganó el favor de un gran porcentaje del voto de las personas blancas, en especial hombres.
Con ese panorama como telón de fondo, y la amenaza de nuevas luchas partidistas entre el Congreso y la Casa Blanca, Obama echa a andar su segundo mandato con un llamamiento a la unidad.
«Espero en las próximas semanas y meses trabajar con líderes de ambos partidos para solucionar los desafíos que sólo podemos solventar juntos», indicó.
Tendió también una rama de olivo a Romney, al afirmar que espera sentarse con él pronto para ver cómo colaborar para impulsar el país hacia adelante.
Insistió también en que pese a «todas» las diferencias, la mayoría de estadounidenses comparte esperanzas comunes para el futuro de EEUU, como el deseo de que los más jóvenes crezcan en un país que les ofrezca la mejor educación posible y vivir en una nación «que no esté debilitada por la desigualdad».
«Creemos en un EEUU generoso, en un EEUU compasivo, en un EEUU tolerante, abierto a los sueños de la hija de inmigrantes que quiere estudiar en nuestras escuelas y rinde honores a nuestra bandera», dijo en medio de ovaciones.
Obama, que a falta de los recuentos finales ha obtenido al menos 303 de los 270 votos electorales necesarios para asegurar la presidencia, echó mano también del mensaje pronunciado durante la convención demócrata del 2004 en Boston que lo lanzó a la escena política nacional.
«No importa si eres negro, o blanco o hispano o asiático, joven o viejo, rico o pobre, capaz o discapacitado, homosexual o heterosexual. Uno puede lograr sus sueños en EEUU si está dispuesto a intentarlo», concluyó.
Ese es el mensaje que lanzó en Chicago, la ciudad del viento. Habrá que ver si en los próximos cuatro años el viento se lleva o no sus palabras de la pasada noche y con ellas la esperanza de un país más unido. EFE