Para nadie es secreto que la reforma fiscal aumentaría en más de un 40% la canasta familiar y que serán mayormente afectadas las familias de escasos recursos y aunque se plantee con razón que la existencia de un “hoyo fiscal”, ascendente a los 187 mil millones de pesos, requiere del sacrificio de todos los sectores en el país, también es verdad que deben ser los empresarios, con indiscutibles mayores ganancias, quienes aporten más.
Debatida y controvertida, la reforma fiscal ha sido objeto de opiniones diversas, muchas de las cuales la consideran necesarias, aunque el momento no resulte el más oportuno, ni para el país, ni para el Gobierno de Danilo Medina.
De todos modos, y aún contra viento y marea, “el Gobierno se ha propuesto un ahorro mensual de aproximadamente RD$1,400 millones en lo que resta de 2012, poco más de RD$6,450 millones para cuando concluya el año, con medidas que incluyen recortes en la inversión pública, control en el gastos de nóminas, compra de combustibles y material gastable, así como en viáticos y otras variables”. Todo lo cual exige, no uno, sino múltiples planes austeros por parte de las autoridades.
Lo que viene es el llamado período de pruebas y de certezas. Quiere decir que la sociedad, cansada de promesas y de ver que “los de arriba” no cumplen, tendrán que observar de cerca, y como tanto se ha soñado: con trasparencia, las actitudes de funcionarios y empresarios, acogiendo la disminución de “las exenciones o incentivos que reciben y que con sobriedad y recortes, podrán ayudar al Poder Ejecutivo a subsanar la situación financiera nacional.
No se puede culpar al presidente Medina de tener que asumir realidades tan difíciles, heredadas de un anterior Gobierno derrochador y cuyas consecuencias deberá enfrentar, no solo él, como figura principal del poder, sino todas aquellas personas que siguen esperando una nación más justa.