República Dominicana se ha vuelto invivible. Está muy lejos de ser aquella isla ubicada en la cuenca del Caribe, otrora codiciada por bucaneros, filibusteros y todo tipo de corsarios de Europa. Ya no es el país de las maravillas, que sonríe al turista; ya no es Quisqueya, la tierra de mis amores, porque en cualquier momento te atracan, te roban…te matan.
Las llamadas de quejas de los ciudadanos a los programas interactivos de radio y televisión no cesan: “por aquí estamos hastiados de los atracos y robos a mano armada; los denunciamos en la Policía, pero no hacen nada. No sabemos qué vamos a hacer. Aquí los delincuentes son los que mandan”, se escucha una y otra, y otra vez.
Tiempos atrás, quienes cambiaban de situación económica se mudaban de un barrio “caliente” de la capital a una zona residencial, más tranquila; pero, ya no hay diferencia: en cualquier lugar y a cualquier hora del día los delincuentes te acechan para despojarte de todas tus pertenencias y en el mejor de los casos eres dichoso si te dejan con vida.
Del otro lado se escuchan las arengas de las autoridades policiales y militares: “estamos trabajando 24/7 (veinticuatro horas, los siete días a la semana), para dar un golpe contundente a la delincuencia y el crimen organizado”.
Mientras tanto los medios de comunicación siguen llenos de titulares:” matan oficial para robarle su arma de reglamento”; “atracan periodista”; “asaltan tal establecimiento y se llevan…”.
En más del 90 por ciento de los delitos de delincuencia común participan menores de edad. Tomando en cuenta estas estadísticas, en el Congreso se está discutiendo la modificación al Código de Protección al Menor para endurecer las penas a los adolescentes que se involucren en crímenes agravados; sin embargo, sociólogos y especialistas consideran que esa medida no sería suficiente.
Dicen que las causas fundamentales del problema de la delincuencia hay que buscarlas más allá: en la falta de empleos y educación, marginalidad social, orientación en valores, entre otros.
El médico psiquiatra César Mella dice que la delincuencia común ha aumentado tanto en ciudades como en campos dominicanos y que ha ido ganando terreno a los aparatos coercitivos del Estado como Policía, Fuerzas Armadas y organismo de inteligencia del Gobierno: “Vivimos en una especie de España Boba, de dejar pasar”.
Insistió en que se prohíba que dos personas o más transiten en una motocicleta, ya que en esas circunstancias se dan más frecuentes los atracos. Recordó que esa medida se aplica desde hace tiempo con éxito en países como México y Colombia.
El galeno recordó que fue víctima de individuos motorizados que le robaron su anillo de matrimonio y sus lentes, cuando transitaba por el exclusivo sector de Naco.
“La relación entre crisis económica, desesperanza y violencia está imponiendo métodos que hacen sufrir a muchas familias. En el país no sólo existen los asaltos, el atraco, el robo, los homicidios provenientes de las clases deprimidas, sino que también existen especialistas de cuello blanco que roban identidades de tarjetas de créditos; falsificación de documentos; además, aquí hay expertos en robarse el dinero del pueblo, como funcionarios que se pensionan con más de RD$600 mil”, expresó Mella.
De su lado, el psicólogo forense Wilfredo Mora sostuvo que el Estado dominicano no tiene respuestas para la delincuencia común, la cual ha alcanzado índice de epidemia en el territorio dominicano. Entiende que quienes delinquen lo hacen como una venganza a esa sociedad que no le ofrece oportunidades y le ha dado la espalda. A su juicio, poco resuelve matarlos y endurecer las condenas a menores en conflicto con la ley.
“Una de las principales causas que genera transgresiones es el distanciamiento entre la familia y el Estado. La mayoría de los antisociales provienen de familias rotas con baja escolaridad y desarrollo personal. Aquí la vida es cada día más cara, por lo que la gente se arriesga a atracar, porque tiene la oportunidad de conseguir buen dinero y otras cosas que por la vía legal no puede obtener. La generación que hemos construido le ofrece poca oportunidades al hombre: es el gran divorcio entre las necesidades y las oportunidades”.
El especialista explicó que los delitos habituales (robos, atracos, asesinatos), tienen como principales autores a los jóvenes, que dicen: “yo voy a robar, pero tengo que matar, porque no quiero caer preso”.
En un reciente encuentro con comunitarios de la provincia Barahona, el procurador general de la República, Francisco Domínguez Brito, dentro de alternativas para contrarrestar la delincuencia, sugirió recoger la gran cantidad de armas de fuego en manos de la población civil.
De acuerdo con el jefe del Misterio Público, todo el que posee un arma tiene más posibilidad de terminar en la cárcel, o de que lo maten, por lo que consideró desarmar a la población para prevenir la comisión de hechos punitivos.
Domínguez Brito es de la opinión, además, de que no hay mejor forma de prevenir el auge de la delincuencia que cerrando el paso a los atracadores y asaltantes, impidiendo que salgan con facilidad de las cárceles.
Mientras se encuentre la vía acertada, la sociedad dominicana sigue siendo víctima de la delincuencia común y vive amenazada por antisociales que ponen en riesgo sus vidas.
¡Cuidado te atracan, te roban…te matan!
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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