El país se desenvuelve en estos días en medio de noticias trascendentales, entre ellas, esta que anuncia la buena nueva del hallazgo de tortugas Carey, una especie en peligro de extinción, en la playa de Güibia del Malecón de Santo Domingo. La otra informa que fueron arrestados por narcotráfico empresarios y militares que trabajaban, nada más y nada menos que con carteles de Colombia y México y a quienes el Ministerio Público solicitó que se impusiera medida de coerción de “prisión preventiva” por un período de doce meses, además de considerar el caso como “complejo”.
De la primera información hay que alegrarse con creces, pues estos galápagos que anidan en tierra dominicana pertenecen a esas 25 especies de tortugas que se encuentren en peligro de extinción y que alertan, como señalan estudiosos del tema, acerca de los graves riesgos a que están sometidos la fauna y los ecosistemas.
De manera que más allá de lo extraordinario y sensacional de la noticia, República Dominicana se honra de proteger a estos milenarios reptiles, conservarles su hábitat natural y claro que felicitamos las labores del Ayuntamiento del Distrito Nacional y las medidas asumidas para impedir que sus huevos sean tomados por las personas para venderlos, así como cuidarles todo lo más posible.
En el caso de la red de narcotráfico, en la cual participaban empresarios dominicanos, militares y empleados de aeropuertos y cuya estructura tenía raíces en carteles de Colombia y México, sobresalta conocer que los tentáculos del Cartel de Los Sapos tuviese su encargado aquí, tal y como afirmó la Dirección Nacional de Control Drogas (DNCD).
O sea, que la sociedad dominicana constata que más allá de los esfuerzos de la DNCD por controlar el trasiego de estupefacientes y sustancias sicotrópicas, estas actividades se les han ido de las manos y de aquel puente que una vez fue, el país hoy se erige como escenario para trasladar cocaína desde Venezuela a Centroamérica y El Caribe, y desde allí a ciudades de los Estados Unidos, en todo lo cual confluyen cabecillas de la “estructura empresarial”, que han penetrado hondo, muy hondo, hasta oficiales de seguridad, controladores aéreos, dueños y propietarios de Aerolíneas, plazas comerciales (“mall”) y comercios, etc.
Ojalá sigan limpiándose playas y litorales, y puedan hallarse nuevas tortugas y especies en extinción y esperemos prosigan “moviendo la mata”, para que caigan de una vez quienes fomentan y alimentan el crimen organizado en la noble tierra dominicana.