La noticia cubrió espacios en los medios nacionales de comunicación: “la jefatura de la Policía Nacional informó que entre enero y septiembre del presente año se registraron en el país 1,626 muertes violentas, lo que representa un 13% menos que en igual período del 2011, cuando las víctimas mortales sumaron 1,865”.
Que hayan caído violentamente mil 626 personas en República Dominicana hasta la fecha, aún cuando señalen unas doscientas menos, no implica satisfacción, sobre todo si se tiene en cuenta que la criminalidad en todos sus sentidos tiene manifestaciones espeluznantes y el fenómeno se ha extendido hasta la población más joven, incluyendo la niñez, al punto de que personalidades y organizaciones soliciten agudizar los castigos y reformar así el Código del Menor.
Aunque la solución no es castigar, sino educar, lo cierto es que la tasa de muertes violentas sitúa al país entre los primeros de la región y las notas informativas tratan a diario casos de pérdidas de vidas humanas, muchas de las cuales ocurren en enfrentamientos que tienen lugar entre delincuentes y policías.
Sin duda, la falta de educación, pocas oportunidades de empleos, marginalidad y exclusión social, se ubican entre las causas fundamentales de esta situación.
Encima, la mayoría de los homicidios pudo ser prevenida y las edades oscilan entre 15 a 27 años, lo cual apesadumbra todavía más.
República Dominicana necesita paz, orden social, seguridad ciudadana y que sus hijos puedan andar por cada calle y barrios sin el temor de ser agredidos y mucho menos ultimados.
Ojalá las próximas noticias hablen de cero conflictividad y resultados plausibles de las labores de prevención asumidas a nivel nacional, ojalá.