Ante las distintas tribulaciones que azotan al individuo en la convulsa sociedad de hoy, el ser humano busca con desesperación encontrar ayuda profesional, que le permita enfrentar con éxito los problemas que la vida misma genera y abruman, y acuden a las consultas del sicólogo, siquiatra, consejeros y médicos, y en la mayoría de los casos se quedan sin respuestas, como un barco a la deriva.
Hoy en día, existe una alternativa, que muchas personas han considerado. Se trata del Consejero Filosófico, que es una práctica relativamente nueva en toda América Latina. Esta corriente fue desempolvada por el alemán Gerd Achenbach, en el año de 1982 cuando funda la Sociedad Alemana de Consultoría Filosófica y la Sociedad de Consejeros Filosóficos , retomando el antiguo ideal socrático, aplicando la filosofía como piedra angular del diario vivir.
Achenbach, proclamó que valiéndose de la filosofía, muchas personas habían logrado construir un marco de referencia, que les permitía enfrentar cualquier situación con éxito, llegando a la conclusión de que en la mayoría de los casos, las personas envueltas en esa nebulosa, que los sicólogos y siquiatras definen como maniacos- depresivos, en la mayoría de los casos lo que requerían y necesitaban era un “dialogo abierto y no un diagnostico”.
Aplicar la práctica filosófica a los problemas cotidianos de la vida personal, social y profesional, da sentido y razón a la continuidad de la vida, aunque sea, en el peor de los casos, el prepararnos para seguir adelante, dándole razón a nuestra existencia, renunciando así al muro de las lamentaciones.
Es entonces la consejería filosófica, una importante herramienta a nuestro alcance, que si sabemos aprovechar la enorme riqueza heredada por mas de dos mil quinientos años de discursos filosóficos, encontraremos el arte de vivir asociados a los problemas mas inmediatos de la vida cotidiana.
Hay que aclarar que esta herramienta, no es una practica clínica, que no se enmarca dentro de los parámetros médicos, pero que sí puede liberarnos de los fármacos y de los centenares de diagnósticos contenidos en el DSM, haciendo nuestra las recomendaciones que nos proporciona Lou Marinoff en su libro “Mas Platón y menos Prozac”, libro que a mi juicio es saludable tenerlo en la mesita de noche, para de cundo en vez hojearlo y releerlo con interés.