VENTANA: Aquí hay instituciones que de ordinario hacen muy poco, o que no hacen nada. Y es ahí precisamente donde debe aplicarse la consigna de Danilo, de “corregir lo que está mal”
Sin lugar a dudas que este es el país de los contrastes, donde en la práctica se hacen demasiadas cosas que nunca deberían estar permitidas. Como popularmente dice la gente: “Aquí todo está permitido, hasta robar y matar”. Y nada pasa.
A medida que pasa el tiempo, el desorden que tenemos se ha ido generalizando. Desde todos los extremos da la apariencia de que el país se maneja a la deriva.
Cosas que están prohibidas, que por ello mismo nunca debieran permitirse, sin embargo se toleran en la práctica cotidiana.
Infinidad de casos de muerte, robo, accidentes y otros quedan sin solucionar debido a que los deudos o reclamantes nunca tuvieron la oportunidad de poner alguna suma en manos de “investigadores” policiales. Eso es vox populi.
Aparte de eso, están los casos de abusos prácticamente cotidianos que cometen policías y militares en contra de civiles indefensos.
Lo mismo que casos en la justicia, en todos los tiempos, que si no han tenido un “empuje” económico, pues nunca “prende”.
Robar en el Estado es algo que al parecer se lleva en el instinto, sin que ningún organismo emprenda acciones y haga algo útil para enfrentarlo. Sin ir más lejos, esta misma semana el director de la DPCA, Hotoniel Bonilla, aseguró que desde el 2004 hasta la fecha, esa institución ha sometido a los tribunales a más de 125 funcionarios, ex funcionarios y ejecutivos bancarios, acusados de actos de corrupción.
Algo que parece ser una simpleza, pero que a la larga genera serios contratiempos: el expendio de bebidas alcohólicas en lugares próximos a centros educativos. También, fumar en lugares cerrados y a los que frecuenta gran cantidad de público.
Muchas empresas pagan salarios deprimidos, incluso por debajo del mínimo permitido por ley, sin que nada puedan hacer los perjudicados.
También las hay que emplean preservantes en muchos productos de amplio consumo popular, en ocasiones por encima de lo que permiten las normas.
En lo que se refiere al uso y abuso de los vehículos de combustión, ahí hay pela para rato. Y ello no solo se limita a las sistemáticas violaciones a la luz roja de los semáforos, o a lanzar desechos desde un vehículo en marcha.
Hay conductores que les encanta transitar en vía contraria, lo mismo que estacionarse al inicio de una intersección. La autoridad permite que vehículos pesados y motocicletas circulen por elevados y/o pasos a desnivel.
Asimismo, se permite estacionar encima de las aceras, quitando el derecho a los peatones, que toda clase de vehículos circule por calles y carreteras dejando tras de sí una estela de ‘smog’, sin que nadie haga nada. Y nada importa que conductores transiten sin placas y sin luces en sus unidades.
Además, se instalan talleres de mecánica, de desabolladura y pintura, de ebanistería, de refrigeración en cualquier sector residencial y nada pasa. O en una calle tranquila viene un sindicato de guagüeros e instala una parada sin ton ni son.
De igual manera, las guaguas y carros del transporte público se estacionan a recoger pasajeros antes de cruzar las intersecciones provistas de semáforos, y que son lugares de gran flujo vehicular, provocando enormes embotellamientos del tránsito. Y ninguna autoridad hace algo para corregir esa y otras anomalías.
Los carritos públicos que se instalan en avenidas como la John F. Kennedy (frente a ), dejando poca opción a los conductores que se desplazan en dirección Este-Oeste, lo mismo que a los peatones que se movilizan por allí.
Fuera de eso está la práctica recurrente de botar escombros en la vía pública, los vendedores que se instalan encima de los puentes peatonales; vender bebidas alcohólicas a menores; negocios que operan con altos decibeles de ruido, sin que la autoridad adopte algún mecanismo para corregir la situación.
Sin lugar a ninguna clase de duda, este país anda mangas por hombro. Y está más que demostrado, en todos y cada uno de estos casos la autoridad se hace de la vista gorda.
En todo esto bien debiera aplicarse la consigna enarbolada por el ahora Presidente Danilo Medina, de “corregir lo que está mal”, pero también de “hacer lo que nunca se hizo”.