Si bien el discurso del Presidente de la República, Danilo Medina, provocó opiniones en pro y en contra, lo cierto es que de cumplirse y llevarse a la práctica los planteamientos esenciales aquí formulados, la realidad dominicana mejoraría notablemente.
Las renovaciones de las expectativas en las políticas públicas del país tendrían que enfocarse a partir de la energía que le imprimirá Medina a su proyecto de gobierno; pero, tampoco es un secreto que sin la participación de su equipo de trabajo, las cosas no avanzarían, y ahí es donde la duda hace nudos en los pronósticos, dado que el nuevo gabinete ha sido conformado en su mayoría por caras viejas, que hasta la fecha, salvo excepciones, no han avanzado mucho por esos caminos por los cuales el Presidente enfocó su oratoria durante su investidura presidencial.
El toque positivo, esperanzador y romántico de Danilo Medina deberá penetrar hondo en los pinos viejos, a ver si en el bosque de grandes necesidades y desafíos del país florecen ejecuciones que den al traste con los inamovibles problemas que hasta el momento han afectado a la sociedad dominicana.
Claro que habrá que esperar, pues el hombre- dicen los refranes- es ese animal que se equivoca muchas veces, pero tiene en ocasiones oportunidad de recapacitar y en este caso solucionar las principales trabas que el nuevo Gobierno dominicano debe arrostrar en la disminución de la pobreza absoluta, la desigualdad, acabar con el analfabetismo, implantar un nuevo modelo de desarrollo, y mejorar la educación, la salud y seguridad ciudadana, tal y como adelantó en la sede del Congreso Nacional el presidente Danilo Medina, tras tomar posesión del cargo ante invitados de 75 países y organismos internacionales: más aún, frente a una población de unos 10 millones de habitantes que lo observaban en silencio y cultivando esperanzas.