En Cuba, la muerte del Mahatma Gandhi de América: Oswaldo Payá no permanecerá en la opacidad que acompañó la desaparición de Camilo Cienfuegos, el 10 de octubre de 1959 en un accidente aéreo de regreso de Camagüey a la Habana, pero generará conjeturas porque en un país sin libertad de prensa, la versión oficial, la única que se expone, nunca será acogida por quienes disienten del régimen.
No creo que el gobierno cubano tuviera la necesidad de provocar la muerte de Payá, y las evidencias muestran un accidente de tránsito provocado por la imprudencia del conductor del vehículo en el que se desplazaba, Angel Carromero, junto a otras tres personas, dos cubanos fallecidos y dos extranjeros sobrevivientes, pero además, la prensa española ha revelado que susodicho era un manejador suicida que había estado a punto de perder el carnet de conducir por su conducta temeraria.
Acabó con una gran vida y qué bueno que será procesado, Oswaldo Payá fue demócrata a carta cabal, honesta, firme y moderada, que no se lleva su impronta a la tumba sino que la ha legado a la sociedad que tanto amó y por la que batalló en forma pacífica hasta el último aliento.
En República Dominicana, unos señores apresados por violencia de género tenían programado un concierto que fue prohibido por la Procuraduría General de la República, uno se denomina “El Sujeto”, otro “Don Miguelo” y el tercero “Omega”, pero en Argentina no apareció quien hiciera lo propio y es comidilla nacional e internacional, la actuación de un grupo de internos kirchineristas llamados “Batayon Militante”, así escrito, liderado por un baterista que mató a su mujer pegándole fuego, y otro que asesinó fríamente a un compañero de banda, sin dudas, una terrible imprudencia.
Que si en Costa Rica fue o no solidaria la presidenta Laura Chinchilla al destituir la viceministra que apareció en un vídeo sensual con expresiones muy cariñosas dirigidas a un amante en un espacio de deterioro de las relaciones con su esposo, un diputado, que ha pedido licencia para guardar la vergüenza, yo creo atinado el argumento de que se le canceló para que ella enfrentara desde el punto de vista privado una situación a la que el gobierno no tenía razones para dejarse arrastrar.
Lo más caliente, sin embargo, es el juicio del siglo en Brasil, que involucra a tres ex ministros de Lula y a otros 35 políticos y empresarios, acusados de implementar el “mensalao”, una amplia nómina con fondos públicos y privados para generar lealtades a la gestión del Partido de los Trabajadores y a su continuidad.
Es un ruido molestoso, pero la presidenta actual no se ve tan afectada por dos razones: no incluyó en su gabinete a nadie que fuera cuestionado en su desempeño en la gestión anterior, y dos, no le ha temblado el pulso para destituir los que en la gestión suya se han salido de la raya.