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Retos presentes y futuros de la República Dominicana

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En República Dominicana habitan 9 millones 378 mil 818 personas; de ellas,  4, 670,898  mujeres y 4, 707,921 hombres. La tasa general de homicidios en el año 2011 superó los 25 asesinatos por cada 100 mil habitantes, demasiado alta en la comparación mundial y regional.
 
La violencia contra la mujer se ubica entre los primeros renglones del debate en la sociedad.  Desde el año 2000 hasta 2011, unas 2 168 mujeres murieron a manos de sus actuales o antiguas parejas, en edades comprendidas entre los 20 a 35 años (39%) y de 33 a 50 (37%), lo que evidencia que el ritmo de feminicidios sigue un paso alarmante.
 
Encima, el país ocupa el cuarto lugar por muertes maternas, la mayor parte de ellas debido a malas prácticas médicas. De seguir a este paso, la nación no podrá tener un futuro cierto y su presente significa todo un reto a la supervivencia humana.
 
Investigaciones
 
Una indagatoria presentada por el Centro de Intervención Conductual para Hombres de la Fiscalía del Distrito Nacional y el  Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),  muestra los indicadores psicosociales en hombres feminicidas recluidos en los centros del nuevo modelo de gestión penitenciaria.
 
La investigación da cuenta de que un 15% de las mujeres caídas a manos de sus esposos durante los meses de noviembre y diciembre de 2011, fueron agredidas con armas de fuego portadas legalmente y sustentadas con una valoración psiquiátrica. En su gran mayoría, tienen condena definitiva, para un 37.7%, mientras que el 26,3% guarda prisión preventiva. Las armas blancas fueron las más utilizadas en los asesinatos, para un 46%.
 
También el estudio indica que las víctimas aventajaban en los niveles académicos a sus victimarios. El 42 % había alcanzado el bachillerato y estudios universitarios, mientras que los homicidas solo habían estudiado hasta el nivel medio en un 33%. Se supo, además, que  aproximadamente unos 103 niños resultaron víctimas de la violencia de género, drama que les marca psicológicamente, e incrementa  su nivel de pobreza.
 
Según  estadísticas de la Policía Nacional,  Instituto Nacional de Ciencias Forenses y de organismos no gubernamentales, en los últimos tres años,  producto de los feminicidios íntimos  quedaron en la orfandad  más de 800 niños y niñas, con edades entre 0 y 13 años.
 
Lamentablemente,  no existe en República Dominicana  la infraestructura para darles asistencia a  estos  menores, víctimas directas o indirectas de violencia; pero, tampoco están los sitios adecuados para reeducar a los agresores.
 
En el caso de las mujeres amenazadas, apenas hay 13 centros de atención y las oficinas no trabajan los fines de semana, ni en horas nocturnas, que es cuando más feminicidios y agresiones se registran.
 
Pasionales o no…denuncias
 
Acerca de la diferencia entre un feminicidio pasional y otros, la magistrada Roxanna Reyes, procuradora general adjunta para Asuntos de la Mujer, responde: “El feminicidio se define como la muerte de una mujer: es íntimo si resulta de una relación de pareja, expareja, conviviente, exconviviente o unión consensual. No íntimo  es cuando la mujer muere por un hecho delictivo diferente al de la violencia doméstica”.
 
Las denuncias que llegan a la Fiscalía y su procesamiento, forman parte de las causas de muertes, que pudieran evitarse. En tal sentido la magistrada rememora que durante el período 2005-2010, más de mil doscientas mujeres han perdido la vida en la República Dominicana por causa de la violencia. Aproximadamente,  el 70% nunca denunció el maltrato en el Ministerio Público.
 
Afirma la especialista que existe el problema del abandono de la víctima del proceso por incontables razones, entre ellas: dependencia económica del agresor, falta de apoyo de una red familiar sólida para continuar con el proceso, miedo, sistema procesal penal complejo, entre otros. Sólo un 4% aproximadamente, llega a los tribunales.
 
“El feminicidio es una manifestación de violencia extrema hacia las mujeres. Esto supone considerar que es un problema multicausal de respuesta intersectorial, lo que demanda el involucramiento de todos los actores del sistema: Ministerio de la Mujer, Ministerio Público, Poder Judicial, Policía Nacional, Ministerio de Educación, Cultura, entre otros”, afirma Reyes y reflexiona que aunque la nación no ocupe uno de los primeros lugares en el denominado “triángulo negro” (Honduras, El Salvador y Guatemala), no hay duda de que se ubica en un sitio bochornoso por la muerte de tantas mujeres, indistintamente.
 
“Definitivamente, hay que fortalecer la articulación de todos los actores que intervienen en la problemática y dotar de mayor presupuesto sobre todo al Ministerio de la Mujer, Ministerio Público y al Poder Judicial para mayor efectividad en el cumplimiento de su labor”, concluye.
 
Otras voces…
 
Ana Carcedo, investigadora internacional del tema, valora los feminicidios “como violencia específica cometida por los hombres, derivada de relaciones desiguales en contextos socio- económico, político y cultural y escenarios identificados, que no son excluyentes, y que propician esa forma de violencia contra la mujer”.
 
En algunos países de la región, la ley que sanciona dicha violencia  fue aprobada y mutilada. A todas luces aflora un debilitamiento institucional y aunque las legislaciones- como apunta Carcedo-, no solucionan, sí funcionan como instrumentos.
 
Encima, las sanciones judiciales son poco efectivas y por otra parte, los medios de comunicación manejan erróneamente  las informaciones relacionadas con los feminicidios, al emplear a veces titulares que alejan el sentido real de tan alevoso crimen: “La mató por amor”, dijeron algunos diarios al publicar una de las tantas muertes  ocurridas en República Dominicana. “Por amor nadie mata”, es la verdad.
 
Para el sicólogo Luis Vergés,  director del Centro de Intervención Conductual para hombres, “los llamados mitos confirman la invisibilización de la responsabilidad individual del hombre ante la violencia contra la mujer”.
 
Vergés aclara que la violencia no es una enfermedad, sino una conducta que se sanciona.  La institución que él dirige corrobora que sólo un 3% de los hombres tratados en el Centro de Intervención Conductual presentan trastornos psiquiátricos, como depresión, ansiedad, paranoia; un 55% admitió actuar de esa manera por celos, lo cual para nada justifica tales acciones, pues estos son emociones  y lo que violenta y mata es la conducta, aclaró el sicólogo.
 
También pudo conocerse que el 84% de esos hombres se encuentran laborando activamente; el 53% recibió maltratos durante la infancia (hecho que tampoco justifica la violencia contra la mujer) y el 6% abusa de las drogas, en tanto que un 33% lo hace del alcohol.
 
“Los hombres tienen que sentirse rechazados por la sociedad para que frenen estos actos de violencia”, concluyó Vergés.
 
Susi Pola, quien ocupa un lugar preponderante en la defensa de los derechos de la mujer en la nación dominicana, define feminicidio como: “matar voluntariamente a una mujer, precisamente, por ser mujer”.
 
La también abogada denuncia que: “La violencia contra la mujer es un problema de los Derechos Humanos y todavía el Estado dominicano no dedica toda la atención que amerita erradicar estos crímenes, crear una ley que tipifique penalmente los feminicidios y termine con la impunidad”.
 
Por su parte, la  procuradora fiscal del Distrito Nacional, Yeni Berenice Reynoso, se plantea muchos porqués sin respuestas: “¿Por qué tenemos tantos feminicidios?”  “¿Por qué es tan difícil que el poder legislativo apruebe códigos que defiendan los derechos de la mujer. Por ejemplo: tipificar y sancionar el feminicidio?”
 
La joven funcionaria afirma: “Pareciera que esta realidad de contar 234 mujeres muertas en 2011, ni siquiera provoca una reacción”.
 
La procuradora fiscal resume que hay “que replantearse el tema desde el Estado, la sociedad civil, las instituciones todas… Nuestra política es mala, de ello hablan los resultados. Es que no tenemos una política real sobre el tema. No es posible que la propia víctima lleve la denuncia a su agresor. El período de mayor peligro es el que transcurre entre la notificación y ejecución de la cita”.
 
 
Errores que visten de luto
 
El país ocupa el cuarto lugar en la región en muertes maternas y según el informe de Seguimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, el índice de mortalidad se mantiene elevado, a pesar de que el 98 por ciento de los partos son atendidos en centros de salud y por personal especializado.
 
A lo anterior se añade que  la afluencia de parturientas haitianas cada día se incrementa en  territorio nacional. De acuerdo a datos contenidos en el Anuario de Estadísticas de Salud Pública,  de los 118 mil 730 alumbramientos registrados durante el 2011, unos 18,263  pertenecen a  mujeres del vecino territorio.
 
El especialista en Ginecología y Obstetricia y coordinador de Mortalidad Materna del Colegio Médico Dominicano (CMD), Alberty Estrella, considera que los servicios de salud no son los  adecuados para que se lleve a cabo un buen parto o una cesárea: “Estamos llenos de  dificultades en la atención prenatal y, además, tenemos el problema de las inadecuadas condiciones del centro para esas atenciones”.
 
La carencia de una educación sexual y conocimientos de las mujeres embarazadas sobre los síntomas que pueden poner en peligro la vida de su criatura y la suya propia, influyen en estos fallecimientos. “Tampoco las gestantes están conscientes de cuántos chequeos prenatales hay que realizarse, ni la alimentación adecuada. A esto se añade la preparación del médico que la atiende. El país necesita que en el futuro se produzca un cambio en el sistema de salud y podamos lograr implementar una red única de servicio”.
 
El doctor Estrella sueña con un nuevo modelo de Red Única, aprobado por el Congreso, que significa descentralizar el Ministerio de Salud Pública, a fin de que sirva para fines de atención colectiva con el programa de vacunación y promoción de la salud.
 
Difieren los datos ofrecidos por las autoridades de salud y otras estadísticas. El especialista asume como improbable la cifra de mortalidad materna de 109 por cien mil nacidos vivos,  ofrecidas  por el  Ministerio de Salud Pública: “a mí me parece que no ha bajado tanto; puede ser 140 o 150 el número, pero jamás 109”.
 
Sin duda alguna, las muertes de las madres que traen sus hijos al mundo pueden ser evitadas, indudablemente: “Existe una problemática que envuelve a médico-paciente. A una mujer embarazada pueden verla de tres a cuatros médicos diferentes en un hospital y cuando un galeno tiene a su cargo una paciente debe ser parte de su  responsabilidad mantener una  regularidad en su  atención. Esto no ocurre”.
 
Aunque los casos de muertes maternas en el país son analizados por una comisión especializada, la cual, si determina alguna mala práctica, el tribunal disciplinario del CMD actúa dependiendo de la gravedad del caso, un gran número de parturientas siguen dejando sus vidas, justo en el instante mágico del alumbramiento.
 
Alberty Estrella identifica tres de las causas principales de muertes maternas: hipertensión arterial inducida por el embarazo; las hemorragias y  la septicemia.
Pero, a lo anterior se suma el peligro de la deshumanización a la cual conlleva un proceso ineficiente de este vital servicio: “lo que no es perfecto, no tiene valor”, reafirma el ginecólogo: “Un porcentaje de los ingresos de las Aseguradoras de Riesgos de la Salud (ARS), por ley deben ser dirigidos a promover la salud y  esto no se cumple.
 
Hemos logrado algunos avances, pero no los necesarios. Me declaro un abanderado de promocionar la  educación en  la comunidad, sobre todo con un enfoque preventivo, que es la manera más eficaz de ganarle la batalla a la mortalidad materna”, finaliza.
 
Conclusiones
 
Más allá de diagnósticos, el presente de la República Dominicana debe generar soluciones apremiantes que detengan tantas muertes de quienes poseen el don único de la maternidad y de poder crear la vida junto al hombre. Sin ellas, la vida sería imposible y, por tanto, se vislumbra muy incierta su existencia.
 
Las acciones deben dirigirse, como han planteado especialistas a: reducir el exceso de mortalidad femenina en uno u otro sentido y superar las disparidades en la educación donde persistan; además de mejorar el acceso a las oportunidades económicas y posibilitar  su capacidad de acción y decisión en el hogar y en la sociedad, entre otras.
 
Nuestro futuro radica  en lograr que la violencia contra la mujer, en cualquiera de sus dimensiones, sea tratada como un problema de salud pública y con políticas de Estado que trasciendan a simples acciones burocráticas, con participación de todos los ministerios e instituciones pertinentes. Establecer los mecanismos para acabar con el sistema de exclusión y estereotipo de  que es objeto la mujer.
 
Recuadro I
 
La Comisión de Género del Congreso busca conseguir que la Ley 24- 97 sobre la violencia intrafamiliar mantenga sus aspectos más avanzados y se retiren del nuevo código  liberar al violador de culpa si se casa con la joven agraviada… “El Congreso dominicano debe considerar modificaciones al Código Penal que podría establecer el feminicidio como un crimen específico, grave y que debe imponérsele 40 años de prisión al asesino”.

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