Gdansk.-Alemania selló el hundimiento de Grecia, incapaz de frenar a la máquina de hacer fútbol del equipo que dirige Joachim Löw, ajeno a cualquier comparación política entre los dos países, que olvidaron la crisis del rescate con una dosis de fútbol en una Eurocopa en la que los germanos aprietan hacia el título con su pase a semifinales, con un triunfo 4-2.
Comenzó el choque con sorpresa de Löw en su alineación. Desde la concentración alemana, en los últimos días surgieron algunas preguntas sobre el sentimiento de los jugadores que apenas tenían presencia en el equipo. El técnico germano contestó con un once novedoso. Su goleador, Mario Gómez, con tres dianas en el campeonato, tenía molestias y dejó su sitio al incombustible delantero del Lazio Miroslav Klose, que a sus 34 años todavía sigue siendo una garantía.
Por motivos técnicos, sentó a Lukas Poldolski y a Thomas Müller. Entraron dos jugadores casi inéditos, André Schürrle, que sólo había sumado 26 minutos en el torneo, y Marco Reus, que se estrenaba en la Eurocopa. Schürrle, a priori, podía sustituir perfectamente a Poldolski. El jugador del Lverkusen es un extremo veloz, con llegada y visión de juego. Su compañero es el clásico delantero rápido, hábil. Una especie de pequeño torpedo alemán.
Eso fue lo que puso sobre el césped Alemania. Una propuesta enfocada a crear fútbol con intenciones claramente ofensivas.