El presidente electo de Estados Unidos Barack Obama prometió que peleará hasta el final y no para resucitar la moribunda economía del país sino para mantener su BlackBerry, a la que se confiesa adicto, y a la que podría tener que renunciar por motivos de seguridad.
"Tendrán que arrancármela de las manos", ha advertido esta semana el presidente electo de Estados Unidos de su BlackBerry de la que no se separa ni para jugar al golf como quedó claro durante sus recientes vacaciones en Hawai.
Pese a su determinación, es probable que se vea forzado a renunciar a su preciada BlackBerry y que también tenga que dejar de enviar correos electrónicos. La Ley de Documentos Presidenciales de EE UU establece que todas las comunicaciones del presidente son propiedad del Estado, por lo que Obama seguramente tenga que renunciar a enviar correos electrónicos desde su cuenta personal.
Así lo hicieron Bill Clinton (1993-2001) no envió emails durante sus años en la Casa Blanca y su sucesor, el actual inquilino de la Casa Blanca, George W. Bush, tampoco. De hecho, tres días antes de su toma de posesión, Bush envió un email a 42 amigos y familiares desde su antigua dirección de correo (g94b@aol.com) en el que les explicaba que, dado que toda la correspondencia del presidente puede ser pública, y por motivos de seguridad, había decidido, con pesar, abandonar esa práctica.
Pero el presidente electo de EE UU no tira la toalla. "Estoy todavía en medio de una pelea sobre el tema", afirmó el miércoles en una entrevista con el canal de televisión CNBC en la que aseguró no saber cómo podría mantenerse en contacto con el flujo diario de acontecimientos sin su BlackBerry. El futuro presidente ha reconocido en varias ocasiones su temor a vivir en una burbuja tras su llegada a la Casa Blanca y sostiene que el derecho a mantener algo tan mundano como el correo electrónico le permitiría mantenerse en contacto con la gente de a pie.
Su nueva vida le impide ya andar tranquilamente por la calle o visitar semanalmente a su peluquero lo que, según asegura, le provoca cierta congoja. De ahí que haya prometido buscar fórmulas que lo mantengan con los pies en la tierra. Su objetivo es evitar que la Casa Blanca se convierta en una "gran cárcel blanca" como la llamó en su día el presidente Harry Truman (1945-1953).
De ahí que su empeño en aferrarse a la BlackBerry apunte en esa dirección. "Creo que es importante no vivir en una burbuja, o sea que tienes que mantenerte abierto a la información exterior, sobre todo a las críticas", aseguró el futuro presidente el miércoles. "Creo que podré acceder a un ordenador en alguna parte, puede que no sea justo en la Oficina Oval", declaró esperanzado, para añadir: "Lo segundo en lo que confío es ver si hay alguna forma de conseguir que siga teniendo acceso a mi BlackBerry".
A la espera de que los expertos en temas de seguridad y legales digan la última palabra al respecto, es probable que Research in Motion, la fabricante de las Blackberry, se frote las manos con la publicidad gratuita de una de las mayores celebridades del planeta.
De hecho, los expertos en mercadotecnia dicen que si su posición no se lo impidiera, Obama podría pasarle a la empresa de las Blackberry una factura de entre 25 y 50 millones de dólares por los "servicios prestados". "El hombre más poderoso del país dice, en estos momentos, esencialmente que no puede vivir sin ella", declaró esta semana al diario The New York Times la publicista Lori Sale, de la agencia Paradigm, para quien el caso de Obama ilustra la asimilación total de una tecnología que la gente adora.
La dependencia de Obama al aparato electrónico, bautizada como Crackberry, confirma además el cambio generacional que tendrá lugar con su desembarco en la Casa Blanca. A menos de dos semanas de su investidura, Obama es considerado ya el líder más "tecnófilo" de la historia estadounidense, lo que le ha permitido ganarse calificativos como el de "presidente YouTube" o "presidente BlackBerry".
El próximo mandatario estadounidense usa un portátil Macbook de Apple, escucha música a través de su iPod, se mantuvo en contacto con su familia durante la campaña a través del programa de videoconerencias iChat y se agenció una cifra récord de amigos con su página de Facebook.