No hay duda alguna de que el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), transita por un camino difícil y peligroso, pues aun cuando resultó la organización política más fortalecida visiblemente del proceso electoral, lo que ha acontecido después dista.
Primero fue la solicitud de suspensión de su presidente, Miguel Vargas Maldonado, lo cual inició una crisis interna que devino contraposición entre dos bandos en los cuales se subdividieron los integrantes del partido blanco. Después sería la anulación por parte del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), de las decisiones del ex presidente Hipólito Mejía, acusándole de propiciar una convocatoria irregular, ilegal, fraudulenta y anti estatutaria.
En definitiva, no es afuera, sino dentro de sí mismos, donde los perredeístas tienen que buscar y delimitar sus problemas para buscar soluciones en lo interno y, más que todo, discutir, conocer, aprobar y/o rechazar las propuestas de expulsión de algunos de sus militantes.
Desde siempre ha existido el diálogo que impulsa la disciplina en una organización política; así como las medidas disciplinarias que ayudan a fortalecer la unidad si es que aspiran realmente a constituirse en fuerza ganadora para futuros comicios y en: “una línea política de oposición firme, responsable, racional y constructiva al Gobierno del Partido de la Liberación Dominicana”.
PRD ¿desmorona su fortaleza?
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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