Buscamos el rumbo de un tránsito con pasos menos infelices, vida cimentada en las buenas costumbres. Comprendemos que es necesario tener tranquilidad, el ánimo en la recta razón para actuar en el bien.
La tribuna política es manantial de promesas más mentirosas que el internet. Lo adecuado es una mezcla del filósofo y orador, no existe el verbo nítido de análisis sistemático y examen crítico de problemas fundamentales, tales como la naturaleza de la realidad, la mente, la percepción, el libre albedrío y los juicios morales alimentados de la elocuencia. Vibra el materialismo y acusaciones deshonestas. No está el sano equilibrio, la idea sana.
Son los que no se conocen a sí mismos, menos al que disiente de sus intereses y del ciudadano alejado del negocio político. Están perdidos, muestran que no crecieron en espíritu. No palpamos el resultado buscado cuando se aferra a la virtud que enseña por sí mismo para vivir feliz.
El mal no es eterno, surgirá alguien que de los pasos y guíe por otros senderos en la solución de los desacatos e injusticias y de vida a las acciones necesarias, basadas en la aplicación del Decálogo Duartiano. Una cimiente ético-moral, regeneración ético-política para extirpar la dañina corrupción administrativa. Vivimos sendas tortuosas de politicastros, necesitamos crear la Era Duartiana. No es una idea platónica imposible de alcanzar, la vivo perseverante, la creo realizable porque existe. Se puede luchar, vencer la cotidiana degradación de las instituciones. Nos acercamos y la palpamos protestando en Gonzalo y la Plaza de la Lira. Ahí está, creemos en la moral de Patria Duartiana, como la única en la historia dominicana digna de ponerse en práctica. La fuerza invencible de nacionalismo demostrada con templanza salvó el sistema acuífero que mana en Los Haitises. Esa es la renovación moral que los dominicanos necesitamos, ejercicio de amor patrio para respirar un aire desinfectado de violaciones a la Constitución y leyes.
No existe en la mente, no muestran la visión política de cambio hacia un sistema administrativo y jurídico fundamentado en la moral. Muestran el transfuguismo, lo de siempre “buscar lo mío” por el voto negociado que exigen y lo convierten en parásito social, clientelismo político, van a los cargos públicos violando la ley de la carrera administrativa. Cruda decadencia ciudadana.
Ciertos hombres impulsados por Dios, salen de la vida privada para salvar su pueblo. El desconocido Moisés dejó las ovejas. Cincinato dejaba el arado para salvar su amada Roma. Los dominicanos necesitamos un elegido. Las costumbres han cambiado al deterioro de la familia, la sagrada Semana Santa de nuestra adolescencia, no lo es. No ven al Jesús bienhechor, aman el alcohol que lleva a la muerte. El dinero e intereses mezquinos es la más grande preocupación de los hombres. Se perdió la paz, predomina la ley de la violencia en diversas facetas. La justicia sucumbió ante “el poder frena poder” que Montesquieu no acepta en su ideal El espíritu de las leyes.
Nuestro invitado de hoy. El jurista Scaevola: “La ley es una meretriz que solo sonríe a los que echan mano al bolsillo con más rapidez”.
El autor es vicealmirante retirado de la Marina de Guerra.
Meditabundo. ¡Qué difícil vivir según la moral!
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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